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Como si de los niños de San Ildefonso se tratara comienza el sorteo. Con tonito y repitiendo la fórmula hasta el premio Gordo. Pero no se reparten millones en esta pedrea, ni alegría por las ciudades de España. Es una retahíla que nos hace más débiles, menos democráticos, que toca los pilares fundamentales de la convivencia y de la separación de poderes. Llega también el final de un nuevo año y es hora de hacer balance de aquellas cosas que han sucedido, que han sido hechos históricos por la ausencia de precedentes y que está bien recordar para no repetirlo.
Nunca antes un político había mentido tanto a los ciudadanos. Y nunca antes se habían avergonzado tan poco de hacerlo. Nunca había ocurrido que los partidos que conforman la mayoría del Gobierno no asistan a la solemne sesión de apertura de la legislatura. Nunca había ocurrido que quien está en contra de España sea parte decisiva en la gobernabilidad de España. Nunca había ocurrido que se nombrase como Fiscal General del Estado a la ministra de Justicia del Gobierno de España. Que dejase el ministerio para liderar la Fiscalía. Nunca había ocurrido que una ministra de Igualdad defendiera a ultranza una ley, aprobada por el Gobierno, que rebajara las penas a agresores sexuales, salieran a la calle antes de tiempo y no asumiera ninguna responsabilidad. Nunca había ocurrido tampoco que el pacto de gobernabilidad del país se negociara fuera de España. Nunca antes había ocurrido que una vicepresidenta del Gobierno viajara fuera de España para reunirse con un prófugo de la justicia española. Nunca antes había hecho falta un 'verificador', un mediador salvadoreño, para hablar entre dos partidos con representación parlamentaria. Y es que nunca antes se había visto al partido del Gobierno de España ir en contra de una sentencia firme del Tribunal Supremo. No se recuerda una crisis tan profunda entre la judicatura y el Ejecutivo.
Nunca antes se había reformado el Código Penal para eliminar el delito de sedición y modificar el de malversación para beneficiar a otros políticos. Nunca antes el Tribunal Supremo había anulado un nombramiento aprobado por el Gobierno. Porque nunca antes la presidenta del Consejo de Estado había sido nombrada después de ser ministra, diputada y consejera de un partido político, como Magdalena Valerio, haciendo imposible acreditar su reconocido prestigio como jurista. Nunca antes el Consejo General del Poder Judicial había emitido un informe para denunciar que el Fiscal General del Estado no es idóneo para el cargo. Nunca antes el Tribunal Supremo había señalado a un Fiscal General del Estado de «desviación de poder» por sus decisiones. Pero es que tampoco un gobierno se había atrevido, después de esto, a renovarlo inmediatamente cuatro años más.
Nunca antes el Consejo General del Poder Judicial había emitido una resolución para advertir de los peligros de una ley que aún no estaba aprobada. Y de los peligros del «silencio cómplice» del Gobierno con sus socios ante los ataques al Poder Judicial. Pero es que nunca antes un partido, clave en la gobernabilidad del país, había señalado como delincuentes a prestigiosos magistrados españoles desde la tribuna del Congreso. Nunca antes había tenido que salir el presidente del Tribunal Supremo a pedir que se retirasen esas palabras contra los jueces. Y nunca antes un partido del Gobierno había presentado una querella en el Tribunal Supremo contra vocales del Consejo General del Poder Judicial acusándolos de prevaricación.
Nunca antes el secretario de Estado de Comunicación de un gobierno ha pasado a ser el presidente de la Agencia EFE, agencia pública de noticias. Nunca antes la Comisión Europea ha tenido que salir a desmentir a un ministro de la Presidencia del Gobierno de España porque lo que decía aquí a los periodistas no era lo que habían dicho allí las instituciones sobre la Amnistía. Y nunca había sucedido que el PSOE situase a EH Bildu como socio preferente para todas sus decisiones. Nunca antes los socialistas habían entregado un ayuntamiento, el ayuntamiento de Pamplona, a Bildu arrebatándoselo a un partido como Unión del Pueblo Navarro. Y es que nunca antes nos había tocado la lotería de este modo. Y aún quedan bolas en el bombo.
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