Con 12 años Carlos Alcaraz, que ya hacía entrevistas, respondió rápido y seguro a la pregunta de «cuál sería tu sueño como profesional». Sin dudarlo dijo, con acento murciano, que «ganar Roland Garros y Wimbledon». Sólo ocho años después tiene en su mano el 50% del sueño cumplido. Y por lo que se ve el otro cincuenta no se le va a resistir mucho. Es un portento con la raqueta en la mano de tan solo veinte años. Es descarado, puede parecer prepotente y se le ve seguro de sí mismo hasta cuando pierde algún punto decisivo. Carlitos es ya historia del tenis por méritos propios. Con una capacidad para el juego superior, unas cualidades innatas y mucho entrenamiento. No solo se está formando para la pista, también entrena la mente, incluso trabaja el inglés. Le va a hacer falta para los discursos de número uno por todo el mundo.
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Dudo que tenga más tiempo libre que Núñez Feijóo para dedicarlo al inglés, pero al menos no busca excusas como hizo el presidente del Partido Popular cuando Pedro Sánchez adelantó las elecciones generales. Si quiere dar una imagen acorde con los tiempos deberá manejar el idioma para las cumbres en Europa o para viajar por el mundo como presidente del gobierno de España. Si lo consigue el domingo. Es, sin duda, la gran baza de Sánchez. Da gusto escucharlo hablar en inglés. En castellano es otra historia. Se entienden mejor sus promesas incumplidas.
Y con ellas se presenta a estas elecciones. Que las puso a su gusto. Un 23 de julio. Buscando pillar con el pie contrario a sus socios de coalición, que andaban dividiéndose y creando un partido nuevo; también a la oposición, que iban a tener que compaginar las negociaciones con Vox con la campaña electoral y, por supuesto, Pedro Sánchez buscaba también pillar desprevenido a su propio partido, que no diera tiempo a que se alzaran las voces discordantes de los barones socialistas después de perder la mayoría de los territorios, como Extremadura, Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón o La Rioja, el pasado 28 de mayo. Dos días después convocó las generales, adelantándolas cinco meses, porque no se podía dejar tiempo para la revuelta.
Y cogió con el pie cambiado también a Correos. Los cuadrantes de vacaciones ya estaban hechos y los funcionarios han tenido que reorganizar sus vidas porque en España, la gran mayoría, se va de vacaciones la segunda quincena de julio y la primera de agosto. Y si querías votar la solución ha sido hacerlo por correo con toda la ceremonia. Más de dos millones y medio de personas han pedido votar de esta manera. Es el doble de personas de las que lo hicieron en las generales de 2019, un 94% más. Y claro, entre las solicitudes, los retrasos, la visita del cartero sin nadie en casa, los viajes organizados de vacaciones… no todo el mundo ha recibido la documentación a tiempo. Y al haberlo solicitado, queda anulada la posibilidad de acercase a un colegio electoral para hacerlo de manera presencial. ¿Habrá personas que se queden sin votar?
Dice el Partido Popular que «es el momento», que huelen el cambio. Mientras el PSOE de Pedro Sánchez repite que votarles es «avanzar». Hemos vivido una campaña con el verificador en la mano, intentando que no nos cuelen el mensaje que les interesa a ellos. Pero no sería justo decir que todos mienten por igual. El nivel de engaño vivido en esta legislatura es difícilmente superable. Y tal vez, algo que duele más, el nulo compromiso de asumir responsabilidades. Pedro Sánchez presentó una moción de censura contra Mariano Rajoy por la corrupción de su partido, por la trama Gürtel. Consiguió así ser presidente del gobierno, con el apoyo, ya por entonces, de Podemos, ERC y EH Bildu. Desde entonces nadie ha dejado el cargo asumiendo errores al frente de este gobierno como, por ejemplo, la Ley del 'Solo Sí es Sí'.
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Con tantas complicaciones, al menos… ¿habéis decidido con tiempo la papeleta a elegir? Esa es otra. En este país hay que hacer un examen para todo menos para votar. Cómo puede ser que tengas que acreditar tus conocimientos para sacarte el carnet de conducir, para acceder a la universidad, para tener un arma, para navegar con un velero, hasta para tener un perro... ¿Y para votar no? Ni para votar ni para tener un hijo. Dos de las responsabilidades más grandes que tenemos.
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