Recuerdo que en muchas películas del oeste aparece un señor subido a un carromato vendiendo todo tipo de baratijas, crecepelos, medicinas y pócimas que lo curaban todo, ante la atenta mirada de la concurrencia. Se trata del personaje clásico del buhonero, que trasladado a las costumbres y usos españoles sería lo que denominamos un charlatán de feria. Y eso es lo que me parecieron ayer, tanto el ministro sanchista de Agricultura, Luis Planas, que intentó presentar por tercera vez su Estrategia Nacional de Alimentación, como el nuevo comisario de Agricultura, el luxemburgués Hansen, que hizo lo propio con su visión de la Agricultura y la Alimentación. Eso sí, hay que agradecer a este último que sus intervenciones fuesen en un más que correcto español, lo que es todo un detalle. Estoy haciendo memoria y salvo a un griego casado con una indígena de nuestro país, no recuerdo a algún otro comisario que no fuese español, utilizando nuestro idioma cuando ha estado de viaje por estas tierras.
Publicidad
Me ha caído simpático por eso el tal Hansen, aunque se haya prestado a dejarse utilizar por Luis Planas de forma torticera desde el punto de vista político. Porque el ministro ha querido convertir esta primera visita en un canto a su gestión, vamos, a mayor gloria suya. También me ha caído simpático Hansen por las referencias que hizo a su hermano, a su explotación agraria y a sus vinculaciones con el campo. Pero, dicho lo anterior, su Visión sobre la Agricultura adolece de un problema fundamental: es humo porque hasta que no se conozca el presupuesto con el que estará dotada, todo lo demás es agua de borrajas, un intento de vendernos un crecepelo, tónico capilar o un elixir que vale para todo y que cura el reúma, la impotencia sexual, la fatiga, la artrosis o la falta de capacidad pulmonar, por poner tan solo unos ejemplos. El meollo es que falta lo fundamental, lo imprescindible, que no es otra cosa que el dinero con el que estará dotada. Su documento da para la crítica, algo que no sucede con la Estrategia de la Alimentación de Planas, que de mala y vacía, no da ni para ocuparse de ella.
Pero, vuelvo a lo de Hansen, a lo del uso del español en sus intervenciones. Eso supone tener un detalle para llegar más a la gente del Estado miembro que visita: estamos ante una prueba de que es listo. Pero, además, nos debe servir para poner en valor la principal riqueza que tenemos como país, que no es otra que el idioma, y para dejar de tirar piedras contra nuestro propio tejado. Está muy bien saber inglés y utilizarlo, pero cuando sea necesario e imprescindible. Si hay palabras en español, ¿por qué usar términos procedentes de la Gran Bretaña? Solo los tontos van contra sus intereses. Y eso es lo que estamos haciendo en muchas ocasiones, tanto aquí, dentro de nuestras fronteras, como en el exterior. ¡Bienvenido sea Hansen, no por su aportación a la PAC del futuro, sino por recordarnos que el español existe y está muy vivo!
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.