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En este Viernes de Dolores, con el que para muchos se abre la puerta de la Semana Santa, voy a reflexionar sobre algo que me ha causado sorpresa, cuando no indignación, porque he asistido en los últimos días a una operación para poner en valor a los ministros de Economía, Carlos Cuerpo, y de Agricultura, Luis Planas, a los que se quiere presentar como la cara amable del sanchismo. Se ha dicho desde distintos medios, incluido el periódico que hasta hace poco era el medio oficial del marido de Begoña Sánchez, que ha vuelto al primer plano de la actualidad en esta para ella su semana de dolores, que ambos ministros son los elegidos por el inquilino de La Moncloa para buscar acuerdos con el PP en esto de los aranceles, por su perfil técnico, sus buenas formas y maneras y su talante dialogante. Vamos a ver, suponiendo que lo anterior fuese cierto, lo que es mucho suponer, hay que recordar que aquí el que manda es uno, que se llama Pedro de nombre, y Sánchez de apellido, que tiene la última palabra, y que no es fiar.
Anda Carlos Cuerpo, que es verdad que, hasta ahora, insisto en lo de hasta ahora, tenía un perfil más técnico que político, en negociación sobre la respuesta a la crisis arancelaria con el popular Juan Bravo. Y llegados a este punto, aporto un dato a tener en cuenta: este último fue estrecho colaborador de Cristóbal Montoro, quizás el mejor ministro de Hacienda socialista, sí, socialista, aunque lo nombrase el PP, que ha habido. Pero pacten lo que pacten ambos, la última palabra será de Pedro Sánchez. Del otro ministro, Luis Planas, poco puedo añadir que no haya dicho ya. Lo de sus buenas maneras está claro, pero son solo pura fachada. Es un sanchista convicto y confeso, como lo prueba el hecho de que es de los pocos que llevan en el Gobierno desde la moción de censura. Se presenta como un técnico, algo que es mentira, porque es un político puro y duro como lo demuestra que lleve en esta actividad desde 1982, cuando fue elegido diputado por el PSOE; ha sido embajador político y aspiró a arrebatar el trono de los socialistas andaluces a la sultana Susana. ¿Acaso eso es de técnico? A los que me hablan de su eficacia, siempre respondo lo mismo: a lo largo de su mandato como ministro, el campo ha vivido las dos oleadas de movilizaciones más importantes de este siglo. ¿Acaso eso es eficacia? El sanchista Planas, que acompaña a su jefe estos días por Vietnam y China, ha sido el encargado de responder a las críticas que han llegado de Washington por el acercamiento del Gobierno español a este último país. Supongo que Trump se habrá echado a temblar. Por cierto, que habrá que seguir muy de cerca las consecuencias de esta visita del marido de Begoña a Pekín, preparada con esmero por el introductor de embajadores Rodríguez Zapatero, con el que empezó todo. Y, ya puestos, este último fue el que nombró a Planas embajador político. Diría aquello de que Dios los cría y ellos… pero no creo que proceda.
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