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Teresa Ribera, la comisaria europea designada por el marido de Begoña, va a participar en el Gobierno de la UE, la Comisión Europea, con el representante de un partido de lo que «los sanchistas» denominan extrema derecha, el de la italiana Giorgia Meloni, que ha mandado a Bruselas a Raffaele Fito. Esa es una de las conclusiones más «singulares» que se pueden extraer tras el anuncio hecho por la cocinera Úrsula von der Leyen con la composición del próximo Colegio de Comisarios y de las carteras que asumirá cada uno de los propuestos. Por si lo anterior no ha quedado suficientemente claro: el resultado de las elecciones en los diferentes Estados miembros de la UE y de los últimos comicios europeos obligan al esposo de Begoña y a la mujer de Bacigalupo (apunten este apellido, que va a dar mucho que hablar en las próximas semanas) a sentarse junto a representantes de la extrema derecha en Bruselas. Y digo yo: si los socialistas españoles cohabitan en el Gobierno de la UE con un representante de un partido de extrema derecha (utilizando su calificativo), ¿acaso podrán criticar que el PP lo haga en ayuntamientos y diputaciones con los de Vox? Dejo la respuesta en manos del lector.
Segunda conclusión de lo sucedido estos días: la Comisión Europea es de Ursula von der Leyen, que para eso se ha pasado mucho tiempo en la cocina, como reza la letra de la jota de la Tía Melitona, y de su reducido grupo de colaboradores. Aquí hemos estado enredados en si Teresa Ribera, la esposa de Bacigalupo, manda más, o manda menos, cuando el resultado está muy claro: doña Teresa mandará lo que quiera Von der Leyen en el día a día y la alemana no se caracteriza precisamente por dejar el mando en otras manos que no sean las suyas y las de su equipo. El tiempo lo dirá, pero Ribera debería entender desde el principio que la Comisión Europea, incluida ella misma, es de Úrsula. Luego está lo de las competencias reales de la todavía ministra de Transición Ecológica de España: las que tiene de verdad son las de Competencia, con su dirección general correspondiente; lo de las labores de coordinación de «lo verde» ya veremos cómo resulta.
¿Significa todo lo anterior que los agricultores y ganaderos españoles van a perder de vista a la esposa de Bacigalupo? En principio sí, pero con bastantes matices. El primero es que su puesto de comisaria y vicepresidenta de la Comisión no es seguro hasta que el Parlamento Europeo conceda su aprobación. En ocasiones anteriores los eurodiputados han «revolcado» a algunos candidatos. Si finalmente Ribera se asienta en Bruselas, los del campo español la habrán perdido de vista de forma directa, aunque mucho me temo que sus políticas perdurarán. Y desde la Comisión, si la española consigue que Úrsula delegue de verdad en ella la coordinación de lo verde, los del campo español también tendrían que soportar su ecologismo radical, eso sí, esta vez compartido con sus colegas europeos.
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