No hace falta irse de España para alejarse del mundanal ruido. Escribo en la tarde del jueves desde el punto más al norte de España, que es la Estaca de Bares, en la provincia de La Coruña. Bueno, para ser exactos, lo más septentrional es el Estaquín de Sigüelos, a tiro de piedra del lugar en el que me encuentro, azotado por el viento (más de treinta kilómetros por hora) y la lluvia. A pesar de ello, hasta aquí llegan, si uno quiere, eso también es verdad, los ecos de la situación política en España, con hechos que parecen increíbles, pero que son ciertos, haciendo bueno, una vez más, el dicho de que «la realidad supera a la ficción». Sin ánimo de ser exhaustivo, tenemos un presidente del Gobierno que se permite amenazar una y otra vez a una gran parte de los jueces y de los medios de comunicación. El marido de Begoña Gómez saca a pasear una y otra vez a la ultraderecha y a la «fachosfera» en la que mete prácticamente a todos los que no piensan como él, mientras tiene en danza, con líos judiciales de por medio y apareciendo en «los papeles», a su mujer y su hermano, por presunto tráfico de influencias, la primera, y presuntas irregularidades fiscales, el segundo.
Publicidad
Suma y sigue: hay una persona al frente del Ministerio de Hacienda, jo chiqui, a la que resulta difícil de entender por los circunloquios que utiliza y que solo habla claro cuando insulta. Eso, por no citar sus aspavientos cuando su amado líder, el puto amo, según la definición de otro de sus ministros, interviene en el Congreso de los Diputados para responder y amenazar al líder de la oposición con las medidas que piensa tomar a la hora de nombrar a los jueces, si no hay renovación del Consejo General del Poder Judicial. Lo del fiscal general del Estado en relación con la Ley de la Amnistía, que ya ha salido publicada en el BOE, y la rebelión de sus subordinados es de aurora boreal. Y lo mismo se puede decir de la filtración de los datos fiscales de la pareja de Ayuso. Se trata de otras pruebas del uso y abuso de los poderes del Estado al servicio de la causa sanchista.
Y cambio de terreno para enunciar otros dos asuntos increíbles. El primero, que la Administración está plagada de interinos que encadenan un contrato tras otro y un año tras otro de interinidad, sin que pase nada. ¿A ver qué empresa o empresario se atreve a hacer lo mismo sin que caiga sobre ellos todo el peso de la normativa vigente? El segundo es la utilización que hacen la Agencia Tributaria y la fiscalía correspondiente de algunos personajes públicos. Pero ¿cómo es posible que se pidan decenas y decenas de años de cárcel para dos actores por haber dejado de pagar, siempre según la interpretación de Hacienda, uno o dos millones de euros? Una pena superior a la que se aplica a alguien que ha cometido un asesinato. Definitivamente, la realidad supera a la ficción.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.