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Opinión

Los pequeños empresarios estallan

Viernes, 5 de julio 2024, 05:30

La pequeña y mediana empresa ha estallado y ha dicho «basta ya». Y no me extraña. Atención a la siguiente relación de exigencias de carácter laboral que debe soportar en estos momentos, además de pagar en tiempo y forma los sueldos y las cargas sociales: «obligación de evaluar los riesgos laborales y disponer de medidas preventivas al respecto; prevención de acoso sexual y por razón de sexo, con la obligación de contar con un protocolo de acoso sexual y por razón de sexo; formación de los trabajadores en materia de acoso sexual; registro retributivo salarial anual, actualizado anualmente; registro de jornada; suscripción y registro de contratos de trabajo a distancia en los supuestos que la prestación de trabajo a distancia se realice en un 30 por ciento de la jornada en plazos de tres meses; protección de datos; obligaciones derivadas del convenio colectivo como el seguro y los planes de pensiones». Todo lo anterior en caso de tener entre uno y cincuenta trabajadores. Llegados a este punto me pregunto lo siguiente: en el caso de las empresas que cuenten con un solo trabajador o trabajadora ¿cómo se come eso? ¿cómo se acosa sexualmente uno o una a sí mismo o misma? Lo dejo a imaginación del lector o lectora.

Suma y sigue, porque para las pequeñas y medianas empresas que cuenten con más de cincuenta trabajadores, hay que añadir otra serie de obligaciones. Entre ellas figuran las siguientes: «registro salarial anual con valoración de puesto de trabajo; plan de igualdad; protocolo de desconexión digital; reserva de puestos de trabajo a personas con discapacidad; canal de denuncias y, por último, Plan LGTBI». Además de todo lo anterior, toca cumplir, por supuesto, con todas las obligaciones de carácter fiscal en tiempo y forma, salvo fuertes sanciones por parte de la voraz Agencia Tributaria y sus actuarios. Por otro lado, y después de conocer la última ocurrencia de ese ministro llamado Escrivá, que en tiempos fue considerado de los más serios del Gobierno, aguardo con impaciencia para ver si incluyen algo relativo a lo que popularmente se ha dado en denominar «el pajaporte». No hay que descartar nuevas ocurrencias.

Por lo señalado antes, y por otros muchos motivos, no es de extrañar que los empresarios de CEPYME hayan estallado del todo en la reunión que tuvieron el miércoles en Madrid, según reflejaron ayer los medios de comunicación escritos. Quizás por eso, sabedores de lo que se avecinaba, los ministros del Gobierno, en concreto, el citado Escrivá, se llamaron a andanas y pasaron de acudir al acto. Hace falta tener dinero y ganas, o ganas y dinero, que tanto monta, monta tanto, para ponerse a invertir en estos momentos en España, acosados por el Ejecutivo presidido por el marido de Begoña; la «chiqui», de ministra de Hacienda; Yolanda Díaz en Trabajo; la más que probable reducción de la jornada laboral; las cargas fiscales, de SS y de toda clase y condición; la inseguridad jurídica, que cada día que pasa va a más. Lo raro, además, es que no se estén registrado cierres y despidos masivos. ¡Señor, Señor, danos paciencia!

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