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Opinión

Los «menos peores»

Su paso por el Gobierno se caracteriza porque no ha dado una, ni a derechas, ni a izquierdas

Viernes, 12 de julio 2024, 05:30

Los miembros del Gobierno presidido por el marido de Begoña se pueden dividir entre los peores y los «menos peores». A la hora de escribir, desde ese Gobierno intentaban perpetrar el penúltimo (seguro que en estas pocas horas ya ha habido otro) asalto a las Instituciones, que, en teoría, deberían ser independientes. Me refiero al Banco de España, en el que desde Moncloa pretenden situar como gobernador a un miembro de ese mismo Gobierno, José Luis Escrivá, que cuando recogió su primera cartera ministerial figuraba entre los menos insensatos, pero que con el transcurrir del tiempo ha ido a engrosar el grupo de los peores. Su paso por el Gobierno se caracteriza porque no ha dado una, ni a derechas, ni a izquierdas. Su gestión en las dos Ministerios se ha caracterizado por las ocurrencias. Primero, las sufrieron, por ejemplo, los autónomos, las empresas y también los trabajadores; la última ha sido la conocida popularmente como el «pajaporte». En su ayuda y socorro ha acudido otro de los que pensábamos que figuraba en el grupo de los «menos peores», el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Este último, y en respuesta a preguntas sobre la posibilidad de que un ministro termine sentado en el sillón del gobernador del gran palacio situado en la Plaza de Cibeles, ha dicho que «la independencia del Banco de España está asegurada por su ley de Autonomía». Y eso es verdad, pero también lo es que, para que eso se cumpla a rajatabla, sería bueno que el gobernador fuese alguien medianamente independiente y no un miembro del actual Gobierno que salte directamente de un sillón al otro. Vamos, digo yo.

He escrito hasta ahora de dos miembros del Gobierno presidido por el esposo de Begoña, que figuraban, al principio de sus andaduras ministeriales, en el pelotón de los «menos peores». Pero debe ser que sentarse en la Mesa del Consejo en la Moncloa y contagiarse del ambiente general es todo uno. En la comedia «La Venganza de Don Mendo», este decía que «la culpa no fue mía, sino del maldito Cariñena que se apoderó de mi». Pues ahora Escrivá y Cuerpo podrán argumentar también que la culpa no es suya, sino del ambiente general que reina en Moncloa, que se ha apoderado de todos ellos. Y la lista continua, porque, hablando de asalto a las Instituciones, no se puede olvidar a Teresa Ribera y a su marido, Bacigalupo, que llevan dirigiendo la política energética de España al alimón durante los últimos seis años. La primera, como ministra de la «cosa», y, el segundo, desde los organismos reguladores que deben vigilar la gestión de la que quiere ser la futura comisaria europea, también con las competencias de energía y cambio climático. Los ejemplos de ocupación del poder y las Instituciones son múltiples: desde el Tribunal Constitucional, hasta Radio Televisión Española (RTVE), pasando por supuesto por la SEPI y por empresas como Telefónica, que antes era privada y ahora se ha convertido en semipública, con consejeros espías enviados desde La Moncloa. ¿Se podrá parar esta «okupación» generalizada de los peores y de los «menos peores»?

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