Vistas las noticias de ayer a cuenta del lio que se traen con el caso Koldo, o de Ábalos o de Aldama, o de los tres, extraigo dos conclusiones: la primera, que la palabra «cariño» se va a poner muy de moda estos días; la segunda, que el caso en cuestión, entendido en sentido amplio, pasará a ser el de Pedro Sánchez». Vamos por partes, aunque al final esto termine siendo un todo, con el actual inquilino de La Moncloa como referencia suprema. Lo de cariño viene por la frase que pronunció Koldo al final de una conversación con la actual presidenta del Congreso de los Diputados cuando lo era de Baleares, Francina Armengol: «vale cariño te mantengo informada de todo». Lo dijo en uno de los tejes manejes con los que se entretuvieron durante la pandemia. No consta, según la investigación de la Guardia Civil, que Armengol parase los pies al asesor del ministro diciéndole algo así como «cariño, de eso nada, porque yo no soy tu cariño». Eso sucedió cuando Koldo contactó con la presidenta del Congreso para recomendarle empresas de PCR

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Luego está lo del rescate de Air Europa. Según las investigaciones que se hicieron públicas ayer, el comisionista De Aldama anduvo en todo el fregado y hay una frase que puede ser clave: «mañana a primera hora está el 1 y está tomada la decisión». Creo que todos los interesados en el tema nos preguntamos quien es «el 1». Dejo a la sagacidad del lector buscar la respuesta a este interrogante. Suma y sigue, y a estas alturas ya confieso que estoy un poco perdido, porque la Guardia Civil sospecha que el viaje de Delcy Rodríguez, que tantos quebraderos de cabeza ha dado, lo montó el citado Aldama y lo autorizó el marido de Begoña. Confieso que a medida que iba leyendo las diferentes noticias tenía una cierta sensación de que ya había pasado por una situación similar a mediados de los años noventa, con Felipe González en el Gobierno, cuando se sucedieron los escándalos que tuvieron como protagonistas a Luis Roldán y a Paesa, por un lado, y a Mariano Rubio y Manuel de la Concha por otro. Hubo días en los que se agolpaban las noticias como si no hubiese un mañana, incluidas dimisiones como la del ministro de Agricultura de entonces. Ahora, sin embargo, las dimisiones brillan por su ausencia.

Y es que estamos en una situación que da vértigo. Cada jornada que pasa las cosas se ponen más complicadas para Pedro Sánchez y su Gobierno. Por si el marido de Begoña no tuviese suficiente con todo lo anterior, dentro del partido, que creía controlado, se multiplican los problemas. Ya no son solo los díscolos de plantilla, como Page o Lambán, ahora hay bochinche también en Castilla y León a cuenta de Tudanca y su sucesión; lo de Madrid tampoco es que sea una balsa de aceite precisamente. Y todo cuando está a la vuelta de la esquina el Congreso del PSOE. Y en este contexto han aparecido Felipe González y Alfonso Guerra. Y no para dar cariño a Pedro, precisamente.

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