Al peaje, soluciones Puente

No sé de qué se quejan todos esos desagradecidos que han tenido que pagar durante los últimos días el peaje sí o sí en el último tramo de la autopista entre San Rafael y Guadarrama, cuando han viajado a Madrid. ¡Total, por unos pocos euros de más para engrosar las arcas de esos grandes benefactores de todo el noroeste de España, y especialmente de Castilla y León, como son los de la empresa concesionaria, ya se llame Abertis, Autopistas o Castellana de Autopistas, no pasa nada! La culpa es de un socavón (cuidado con no meter por medio una b y una r) a la altura de San Rafael. Y entonces se ha montado el lío, porque el alcalde de El Espinar ha dicho que no podía desviar el tráfico por otras calles más estrechas; después están los responsables de la empresa concesionaria, que decidieron no levantar las barreras y obligar a pagar y, finalmente, porque ese gran ministro que es Óscar Puente no ha puesto encima de la mesa el alimento que tanto escasea estos días en Estados Unidos y ha ordenado gratis total. Pero, vamos a ver, si llevamos la tira de años sufriendo y penando por ese peaje (y lo que nos queda), ¿vamos a quejarnos ahora porque nos obligan a pagar un dinerín, sí o sí, para llegar a Madrid? La verdad es que son ganas de enredar y de criticar sin ninguna razón: ¡ya está bien, a pagar! Y si no quieren rascarse el bolsillo, que no digan que es obligatorio tragar, porque existen múltiples alternativas, que bien podrían ser objeto de divulgación en las redes sociales por el ministro Puente. Aquí van otros itinerarios: de Salamanca a Plasencia saliendo a Navalmoral de la Mata, Talavera de la Reina (de paso pueden aprovechar y ver el destrozo ocasionado por la riada en el mal llamado Puente Romano) y directos a Madrid por la A-5, que es gratis; también ofrezco otra alternativa: Salamanca a Barco de Ávila, Navarredonda de Gredos, Puerto del Pico, Ramacastañas y otra vez Talavera. Finalmente, una tercera, que es la que más me gusta: de Salamanca a Cáceres con parada de una noche para ver la ciudad; de allí a Mérida para visitar sus monumentos con pernocta incluida; luego a Sevilla, donde emplearía dos días al menos y, desde allí, vía Córdoba, porque la Mezquita lo pide a voces, a Madrid. En total, un viaje de dos horas se convierte en uno de una semana, unos cuantos kilómetros de más, un gasto más elevado que el del peaje en gasolina, hoteles, comidas o visitas a los monumentos, pero, a cambio uno se culturiza, hace turismo, se coge unas vacaciones, come bien, en definitiva, disfruta. No me digan que estas soluciones que brindo no son dignas de haber sido ofrecidas por el ministro Óscar Puente. Pues hala, a dejar de quejarse y a ponerse a ello. El que quiere, puede. Se supone que, transcurrida una semana, se habrá arreglado el socavón. Pero si no es así, pues se hace la vuelta con la calma de la ida y ya está.