¡Y no pasa nada!

Por lo menos en apariencia, no pasa nada. Perdone, querido lector, que insista en algo que ya he escrito en otras ocasiones y que me parece de una tremenda gravedad: están a punto de cumplirse seis meses desde que acabó el plazo que tenía el Gobierno para enviar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado a las Cortes (el 30 de septiembre) y ese «papel» no ha entrado todavía en el Poder Legislativo. Esa obligación viene establecida en la Constitución, no en una norma cualquiera. Conclusión: el Gobierno presidido por el marido de Begoña se salta la Constitución a la torera; estamos hablando de un hecho objetivo, no de una interpretación jurídica. Y no pasa nada. Felipe González, nada sospechoso a estos efectos por el cargo que ocupó y por su ideología lo dejó ayer bien clarito: «El presupuesto no se hace sumando las reivindicaciones de unos y de otros para poder seguir»; a continuación, denunció «el incumplimiento constitucional» que supone que el Ejecutivo de Pedro Sánchez no haya presentado ese proyecto. Y no pasa nada. Un dato más a recordar: los presupuestos son la piedra angular de las democracias occidentales, porque es la norma en la que se establecen los «sablazos» que nos va a dar el Estado a cada ciudadano en forma de impuestos, tasas y contribuciones varias, y, del otro lado, la forma y manera en la que se va a gastar ese dinero. Pues no se presentan y no pasa nada. Si los ciudadanos no damos importancia a este incumplimiento de la Constitución, pues apaga y vámonos.

Luego está lo de Ábalos. Poco a poco se van conociendo más detalles de todo lo que rodea a este buen hombre y de los hechos que ha protagonizado junto a sus más estrechos colaboradores. Esto ya de por sí es importante. Pero hay un salto cualitativo en la gravedad de lo sucedido si se recuerda que, cuando Ábalos protagonizó algunos de estos hechos, era la mano derecha de Pedro Sánchez, era el secretario general del PSOE y era el titular del departamento que tiene más dinero para gastar e invertir. Pues bien, siendo todo esto por separado o bien en conjunto, perpetró algunas de estas actuaciones que, independiente de su recorrido judicial, deberían tener repercusiones políticas no solo para él, sino para quien era su jefe, que no es otro que Pedro Sánchez. Y, sin embargo, no pasa nada, por lo menos de momento. Suma y sigue: la esposa del presidente del Gobierno está en la picota y, aquí no pasa nada desde el punto de vista político. Pero es que hay más: las actuaciones del hermano de Pedro Sánchez tampoco es que sean muy edificantes, y, aquí tampoco pasa nada. Me pregunto: ¿qué más tiene que suceder? Y, para terminar, la guinda. Ayer el Gobierno se rompió, partió o fracturó cuando Sumar se mostró en contra del plan de rearme de Sánchez al que nos obligan en cierta manera desde Bruselas y además Yolanda y sus huestes se han mostrado a favor de que España salga de la OTAN. Gran pregunta: ¿pero hay Gobierno? Y no pasa nada. Por lo menos en apariencia.