He decidido escribir una novela. De momento tengo ya centrado el tiro en los personajes. Ahora me falta perfilarlos y organizar la trama. También me preocupa el arranque para llamar la atención del lector y, por supuesto, el final. Habrá como en toda novela que se precie, amor y sexo, lujo, maletines llevados de un lado para otro, lucha por el poder, traiciones, viajes y distintos escenarios. Entre los personajes figura un fiscal general del Estado de un país imaginario al que una sala completa del Tribunal Supremo termina imputando por unanimidad por un delito de revelación de secretos; el siguiente paso es un fiscal, que depende del anterior, y que será el encargado de ejercer la acusación contra su jefe. Estoy devanándome la sesera a ver cómo cuadro eso, aunque puede que la realidad de los próximos meses me proporcione alguna pista. También tendrá un papel estelar en la trama un presidente del Gobierno que utiliza a la Abogacía del Estado para acusar a un juez por la vía penal; si el magistrado termina imputado, tendría que ser defendido, en su calidad de funcionario público, también por esa Abogacía del Estado. ¡Jo, menuda trama!

Publicidad

Y, ¿por qué se mete ese jefe de Gobierno con el citado juez? Pues, porque este último está investigando las actuaciones de la mujer del primero, que podría haber incurrido en varios delitos con la colaboración de su marido. Por medio aparecerá una empresa dedicada al transporte aéreo, que, debido a una epidemia mundial, necesitaba ser rescatada. El heredero de este imperio aeronáutico se verá varias veces con la mujer del jefe del Gobierno y quién sabe si con este último también. Suma y sigue, esa empresa tiene una actividad importante en Venezuela, país novelesco en estos momentos, y cuya vicepresidenta llegó una noche a un aeropuerto español, cuando no podía pisar territorio de la UE. No se acaba de saber muy bien lo que sucedió, aunque hubo maletas por aquí y por allí. Allí aparece un ministro del Gobierno, gran amante de las mujeres, oficiales y también extraoficiales, a las que ha colocado convenientemente. El ministro estaba entonces a partir un piñón con el jefe, aunque luego fue defenestrado; llegó acompañado de un lugarteniente de su confianza, que antes había sido escolta en en el País Vasco y que terminó intermediando en operaciones de compra de mascarillas. Para que no falte de nada, meteré por medio a un jefe de las fuerzas del orden y a otro empresario que casualmente andaba por allí. Jo, la trama va a más.

Y, para remate, me queda un jefe del Estado de hace tiempo (podría ser Mitterrand en Francia) muy amante de las mujeres. Este se vio sometido a chantaje por una de ellas, que grabó algunos de sus encuentros amorosos con todo lo que se dice en ellos. Se me ha ocurrido que el hijo de esa artista se hace con una copia de la peli y las fotos, que vende a una revista. La verdad es que la trama y los personajes prometen. Prometo que todo lo anterior es pura invención y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. ¡Amén!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad