Juan Roig, impuestos y desamparo

Este año no pude acudir al acto de presentación de resultados de Mercadona, que es la única vez en la que Juan Roig se brinda a hablar con los medios de comunicación. Pongo al lector en antecedentes. Durante esa intervención, el patriarca de esta cadena de supermercados proporciona con todo lujo de detalles las cifras de dinero que su empresa ingresa en las arcas públicas, en concepto de impuestos y contribuciones a la Seguridad Social; también se explaya en la necesidad de pagar impuestos para contribuir al bien común y financiar la prestación de servicios públicos como la enseñanza, sanidad o comunicaciones, por poner tan solo algunos ejemplos. Este año tenía especial interés en acudir a ese acto porque quería haber planteado estas preguntas: «Señor Roig, visto el desastre que se ha registrado, especialmente durante los primeros días, en la gestión de 'la barrancá' que tuvo lugar en Valencia el 29 de octubre, por parte de las Administraciones públicas, especialmente la Autonómica y la Central, ¿sigue usted defendiendo con la misma fuerza que hay que pagar impuestos?». Y quizás otra: «¿Cree que los impuestos que paga usted, su empresa y todos los españoles están bien empleados?». Lamentablemente no pude acudir, lo que me impidió hacer esas preguntas. Supongo que me hubiese dado una larga cambiada, pero me quedo con lo que dijo Roig en ese acto que es bastante significativo: «Ha fallado la gestión de las distintas Administraciones Públicas y los valencianos nos sentimos desamparados». A lo que agregó «pagamos impuestos y eso es para que las Administraciones Públicas respondan». El responsable de Mercadona, que ha puesto mucho dinero de su bolsillo y de las arcas de la empresa, destacó el problema de desamparo que se vivió el día 30 y en las jornadas posteriores, «cuando ya se podían haber hecho más cosas».

Y esto me lleva a plantear la responsabilidad de los políticos en la administración del dinero público, con repercusiones para los ciudadanos y para las pequeñas y medianas empresas. ¿Cuántos de los que se dedican a la política en España y en la UE se han levantado alguna vez un día con el agobio de conseguir recursos para pagar la nómina de fin de mes, las cotizaciones de la Seguridad Social o los impuestos de Hacienda? Yo creo que casi ninguno. Ahí está como muestra el ejemplo del marido de Begoña, al que no se conoce trabajo fuera del sector público y que, salvo sorpresa, tampoco ha tenido que soportar ese peso que citaba antes. Pero, si elevamos el tiro, y nos vamos a Bruselas, resulta que Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea tampoco debe haber sentido ese agobio en su vida profesional. No digo con esto que los empresarios se tengan que meter en política, o los políticos convertirse en empresarios, pero que sí que no estaría de más un poco de experiencia mixta. Sobre todo, para valorar el trabajo que cuesta mantener a flote una pequeña y mediana empresa (o un autónomo) y que el dinero público es de todos y debe gestionarse con más rigor, cuando las circunstancias, como «la barrancá» lo requieren.