Es muy importante lo que sucedió ayer en el PE, aunque haya pasado más desapercibido de lo que debiera. Los eurodiputados acordaron expresar, por 367 votos a favor, 230 en contra y 10 abstenciones su «gran preocupación» por el presunto fraude con fondos europeos en la compra de mascarillas en España, operaciones en las que se utilizaron 17,7 millones procedentes de los fondos comunitarios. Fue una iniciativa del PPE y ya veremos lo que dicen los otros organismos europeos que deben investigar estas operaciones y, sobre todo, la deriva que toman las cosas en el PE que salga elegido de la cita con las urnas en la primera decena de junio. Los que me conocen saben que vengo defendiendo desde hace años la importancia que tiene, y que no se reconoce, al PE tras las últimas modificaciones de las normas fundamentales de la UE y especialmente desde el Tratado de Lisboa. Reconozco que es como clamar en el desierto, porque ni esa Institución, ni los eurodiputados, que serían los más interesados, se han empeñado en hacer una campaña masiva de información a todos los ciudadanos para «vender», en el mejor sentido de la palabra, lo que hacen y cuáles son sus competencias. Todo ello para fomentar la participación en esa cita con las urnas.

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La aprobación de esa iniciativa del PPE coincide con otra «huida» de Pedro Sánchez. Me refiero a que ha emprendido un nuevo viaje al extranjero para visitar Polonia, Irlanda, Eslovenia, Bélgica (todos ellos miembros de la UE) y Noruega, país que declinó formar parte de esta última. Es continuación de los que ha venido realizando en las últimas semanas por Oriente Medio e Iberoamérica. Vuelve a venderse como lo que más le ha gustado siempre, además de tener el poder: un auténtico experto en política internacional, o eso es lo que pretende. Es curioso que cada vez que tiene graves problemas en el interior (como en estos días) se busca escapadas al exterior. Pero estos periplos no son gratuitos: comenzó con ellos en 2018, nada más llegar a La Moncloa; se vieron interrumpidos durante la pandemia y luego los retomó con mucha fuerza, con el objetivo de darse a conocer y hacerse con una agenda de contactos al más alto nivel, para cuando deje de ser presidente del Gobierno aquí. Ahí vuelve a entrar en acción el Parlamento Europeo, porque, tras las próximas elecciones, toca renovar a su presidente, al máximo responsable de la Comisión Europea y al presidente/a del Consejo Europeo. Este último puesto podría ir a parar a un socialista, si son la segunda lista más votada en toda la UE, algo que parece posible.

¿Puede que, si las cosas se complican aquí todavía más, Sánchez optase a ocupar esta poltrona? No es lo más probable, pero tampoco imposible tratándose de Pedro. Pero ¿qué pasaría si los nuevos eurodiputados se acuerdan de los presuntos fraudes cometidos durante su mandato en España y no dan su apoyo?

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