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Si hace una semana nos dicen que los resultados de las elecciones municipales y autonómicas iban a provocar un terremoto político y que Pedro Sánchez disolvería las Cortes y nos emplazaría a una nueva cita con las urnas para elegir diputados y senadores a finales de julio, en medio de un puente en algunas comunidades autónomas como Castilla y León, creo que la mayoría hubiésemos respondido algo así como «de eso nada, monada». Pues bien, es lo que ha sucedido.
Desconozco si Pedro Sánchez lo ha hecho porque se encontraba como un boxeador sonado y noqueado, como sostienen unos, o porque es un gran estratega, como afirma sus partidarios, que dicen que solo se mueve bien en el filo del alambre, o si es porque no tenía otro remedio.
En mi caso la respuesta inicial hubiese sido la siguiente: Pedro Sánchez agotará la legislatura para disfrutar de todos los fastos que tiene preparados durante el semestre de la presidencia española del Consejo de Ministros, y para agrandar su proyección internacional con vistas a lo que siempre ha aspirado, que es detentar el poder y ostentar un alto cargo a nivel europeo o mundial. Vamos, que lo que siempre ha querido es ser líder planetario, y lo afirmo sin ironía y sin burla.
Cuando ayer comenzaron los rumores de que Pedro Sánchez no se va a presentar como candidato del PSOE a las elecciones generales, mi primera respuesta fue algo así como que eso era imposible. Sin embargo, a continuación, reflexioné un poco y dije para mis adentros algo así como «cuantas veces hemos afirmado que el actual presidente del Gobierno no se atrevería a tanto o que no haría tal o cual cosa y al final ha sucedido».
Por eso, ahora mismo me parece muy improbable que Sánchez no encabece las listas de su partido, al que va a dejar hecho unos zorros, pero tampoco lo descarto. En resumidas cuentas, de Pedro Sánchez me espero cualquier cosa.
Me cuenta gente que trabaja en el complejo de La Moncloa que desde el lunes abundan las caras de funeral entre los altos cargos y que, tanto los que tienen trabajo asegurado por ser funcionarios, por ejemplo, como aquellos que no disponen de esta red de seguridad, han comenzado a buscarse las habichuelas. Y me insisten estos observadores de la realidad monclovita que no ven allí muchos ánimos de comprometerse en la campaña electoral entre todos aquellos que llegaron al complejo presidencial con el sanchismo.
Si esto sucede en el núcleo del poder, entre los más sanchistas, no quiero ni pensar en cómo estarán los ánimos entre los socialistas de provincias, más alejados del mismo y que se pueden haber vistos perjudicados en sus campañas y resultados electorales por la influencia de Pedro Sánchez. ¿Acaso se van a batir el cobre en las próximas semanas para que Pedro gane? No lo veo. Pero harán bien los populares en no confiarse y en no celebrar la victoria antes de tiempo, porque queda mucho partido por delante.
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