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CONVERSACIONES CON CIRO BLUME

Millones al horno

Tampoco me hubiera importado ofrecer mi experiencia empresarial para aconsejar a don Pedro Sánchez en materia de inversiones

Jueves, 29 de febrero 2024, 05:30

Toda vida es un proceso lento de demolición. Mi padre, que era franquista hasta la médula, me advirtió que para prosperar en el mundo había que estudiar para rojo. No le hice caso y aquí me tienen, en un rincón de la galaxia, sin ningún futuro en la cosa del periodismo, la literatura y el medio ambiente. Si en vez de leer a Byron hubiera seguido su consejo, ahora sería director de la Agencia EFE, ministro de Cultura o, como mínimo, asesor de la Asociación de Putañeros Socialistas, presidida al alimón por el Tito Berni y don Koldo García, sociólogo titulado en materia de selección genética de clientes salidos. Tampoco hubiera descartado la asesoría moral de esa matronaza, bombona, como diría Valle, que regenta con mano de hierro el «Club de Pederastes Reunits», uno de los pilares del turismo español.

Claro que tampoco me hubiera importado ofrecer mi experiencia empresarial para aconsejar a don Pedro Sánchez en materia de inversiones. Por ejemplo, esos cuarenta y cinco mil millones que quiere dejarse en Marruecos es una idea de las más progresistas que uno pueda encontrar en el catálogo del progresismo español y la Agenda 2030. Téngase en cuenta que el rey Mohamed, comido por la miseria, necesita de la caridad fiscal del contribuyente español, entre otras razones, para comprarse por fin unas gafas algo más pequeñas, salvar a su pueblo de la hambruna y, sobre todo, del frío polar que les llega desde el estrecho en forma de nieve.

Naturalmente, uno aspiraría a llevarse la mordida reservada en estos casos al sinvergüenza de turno. No les voy a decir que mi avaricia hubiera exigido una comisión del ochenta por ciento, como don Koldo con las mascarillas, ya que sería como asaltar a mano armada al pueblo español.

A decir verdad, me encorajino cada vez que me acuerdo de los consejos de mi padre. De manera que, por desgracia, ahora me tengo que conformar con una pensión que no llega ni a la mitad de las cantidades que cobra, un suponer, buena parte de los moros que viven en España, incluso sin haber cotizado un solo euro en su vida de luchadores por el bienestar de Occidente. O sea que si también llego a estudiar para moro, ahora mismo estaría forrado, sin dar ni clavo y predicando la guerra santa contra el infiel en cualquier mezquita de la España musulmana.

Para colmo de males, si la pareja de baile formada por Sánchez y Marlasca ha facilitado con su negligencia/negligé el trabajo a los narcotraficantes de La Línea y permite que el moro amigo reparta dividendos, es porque algo sucio se cuece en las letrinas del Gobierno. Y si después de arrastrarse como una babosa hasta Rabad, Sánchez anuncia esa inversión astronómica para Marruecos, es porque un misil con ojiva nuclear en forma de falo/falúa se cierne sobre su cabeza. Es decir, sobre las cabezas de todos los españoles, que somos los que al final pagamos sus derroches cuando decide bajarse al moro.

Sánchez está siendo objeto de un chantaje es una obviedad tan molondrónica como el peñón de Gibraltar. Dicen que alguien ha destripado su teléfono y ha logrado descubrir un turbión de lindezas inconfesables. No hay que ver demasiadas películas para intuir quién está detrás del espionaje y a qué rey moro ayuda el espía que no surgió del frío, como el de la novela de John le Carré, sino de los bosques paradisiacos de Virginia. Una lástima que todo este contubernio judío/masónico se haya difuminado bajo el humo diabólico del incendio de Valencia, pero ya verán ustedes cómo Sánchez, después de esparcir, urbi et orbi, las bostas de sus asesores, volverá a la normalidad de su vida palatina. A no ser, claro, que José Luis Ábalos, acuclillado en el gallinero, escriba sus memorias antes de posar para el museo de cera de Madame Tussauds.

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