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CONVERSACIONES CON CIRO BLUME

El contable de la mafia

La estrategia de Sánchez fue embarrar el campo como solía hacer Clemente; Feijóo trató de jugar fino desde el principio, al estilo de Vicente del Bosque

Jueves, 20 de julio 2023, 05:30

En el primero de los debates, a Pedro Sánchez se le trasparentaba el cartonaje de trilero que llevaba debajo de la chaqueta. Todos nos dimos cuenta de que su estrategia consistía en embarrar el campo, como solía hacer Javier Clemente en tiempos de sequía. Naturalmente, Feijóo, mucho más calmado, trató de jugar fino desde el primer momento, al estilo de Vicente del Bosque, claro que poco pudo hacer ante la violencia barriobajera de su oponente, terminando el partido enfangado de proletaria belicosidad.

Vicente Vallés estaba por allí, pero al ser ten bajito brillaba por su ausencia. Doña Rogelia, en cambio, parecía Enrique Negreira después de salir del despacho de Laporta. ¡Menuda pieza! Apuesto a que en su garaje tiene una escoba con más de cinco velocidades y un par de ametralladoras.

Sin embargo, lo más extraño que pude oír, no sin cierta dificultad, fue la promesa por parte del belicoso de promover una vaina que llamó la Agenda 2030. Pues bien, he de reconocer que, en aquel momento, mi conocimiento sobre el tema dejaba mucho que desear. De modo que me puse manos a la obra y, después de leer unos cuantos libros acerca de la cosa, he llegado a la conclusión de que esa agenda, llena de medidas humanitarias, es un caramelo envenenado.

Resulta que el Gobierno español no es el padre de la criatura, sino un endriago civil que se llama Open Society Fundation, cuyo cachicán es un tipejo llamado George Soros, el mismo que en los años noventa consiguió que quebrara el Banco de Inglaterra. El pájaro, según dicen, realizó una jugarreta especulativa a base de divisas, que dejó a los ingleses al borde de la miseria.

La OSF de Soros acoge a un entramado indescifrable de sociedades repartidas por todo el mundo, que se dedican a poner en práctica las ideas de la izquierda caviar. Me refiero a organizaciones civiles que fomentan el feminismo, la homosexualidad, el aborto, la inmigración, el animalismo, el urbanismo (Metrópolis), etc. Pero lo mejor de todo es que Soros, al parecer, sólo es el testaferro del gran capital americano. Detrás de Soros están los Morgan, los Ford, los Rockefeller, los Rothschild y otros pordioseros de idéntica fortuna. Unas familias que, ante el avance económico y militar de otras naciones, sobre todo de China, no están dispuestas a perder sus porcentajes de beneficios y no se fían de que las democracias occidentales sean lo suficientemente fuertes para defender sus intereses. De ahí que Soros y sus hijos estén plenamente dedicados a la desestabilización de ciertas naciones. Entre ellas, la nuestra. Resulta que Soros, por ejemplo, está presuntamente detrás de la financiación del separatismo catalán y del asalto a nuestras fronteras africanas por parte de las mafias de la inmigración ilegal.

¿Cuál es la estrategia de esta mafia? Pues nada menos que gobernar en Occidente a través de sociedades civiles financiadas por ellos y regidas por agentes sobornados de la izquierda, pervirtiendo el contrato social establecido entre los gobernantes elegidos y sus gobernados. En esto consiste la tan cacareada Globalización. Naturalmente, al final del camino, si llegáramos a permitirla, entraremos sin duda en un régimen totalitario. Sólo falta un avance en ese invento de la Inteligencia Artificial para tener al «Gran Hermano» de Orwell sobre la consola del cuarto de estar.

Uno de los grandes éxitos de Soros es haber ganado la Moncloa para Pedro Sánchez. El Gran Capital, contra natura, sorprendido en la cama del marxista belicoso. Supongo que habrán comprobado que el «buenismo» penetra más suavemente en la sesera del común que las recetas liberales de la derecha democrática. De ahí que el domingo debamos votar contra Sánchez, que sería lo mismo que votar contra Soros, el gran contable de la mafia.

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