No conozco a nadie que no esté dispuesto a defender sus creencias con uñas y dientes. El ser humano parece estar programado para luchar por sus ideas hasta el agotamiento, convencido de tener razón y perplejo por la ceguera de los demás ante lo que considera incuestionable. Lo mismo da si hablamos de eutanasia o sobre quién ha sido el mejor Supermán de la historia. Respecto a esto último no hay ninguna duda: el irrepetible Christopher Reeve.
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Un Supermán inmortal, que tenía su contrapartida perfecta en un Lex Luthor también inmortal, desde la aparición hace dos días del cadáver de Gene Hackman junto al de su esposa y su perro. A la conmoción inicial por la pérdida de uno de los más grandes actores del siglo XX, seguía el misterio por todo lo que rodea al suceso. Y lo cierto es que muchos pensamos inmediatamente que eran muertes voluntarias.
El suicidio se ha convertido -o tal vez ya lo era - en uno de los más dolorosos desafíos de nuestra época. Cada dos horas una persona pierde la vida por esta razón en España, y se contabilizan más de 80.000 intentos al año. Es la segunda causa de muerte externa, con tasas alarmantes entre los menores de 19 años y los mayores de 80. Pero más allá de cifras impersonales, se trata de una de las mayores tragedias a la que puede enfrentarse una familia, posiblemente la más difícil de afrontar y superar.
¿Qué lleva a una persona mayor a elegir esta opción, contradiciendo todos los mecanismos humanos que empujan a la supervivencia? Tal vez uno de los factores sea el miedo a una vida que se les antoja más difícil que la propia muerte. Miedo a la soledad, a la enfermedad, a la pérdida de autonomía, al dolor o a enfrentarse a los momentos finales desprovistos de dignidad. Precisamente todo lo que pretenden combatir las unidades de cuidados paliativos en nuestro país. Unidades que, lamentablemente, funcionan de manera desigual y con insuficientes recursos en función de la localidad. Y cuando las alternativas se reducen a una atención paliativa insuficiente y con ello una agonía y un sufrimiento extremos, o quitarse la vida, elegir dejar de padecer es una decisión muy humana.
No pretendo explicar la razón última que lleva a una persona mayor a quitarse la vida, se trata de un fenómeno multidimensional y cualquier intento de simplificarlo sería un error. Pero es fácil encontrar la correlación cuando se trata de personas especialmente vulnerables, o que tienen a su cargo a otra persona en circunstancias similares o peores incluso que la suya.
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El debate está en la sociedad, en la política, en la sanidad, en las religiones... Tras décadas de argumentos a favor y en contra de la eutanasia y la muerte asistida, tal vez el foco deba ponerse en que aún hoy no se garantiza que una persona, independientemente de dónde resida, pueda llegar al final de sus días con calidad de vida física, emocional, social y espiritual. Los cuidados paliativos siguen siendo una asignatura pendiente.
En cualquier caso, sea cual sea la causa de su muerte, Gene Hackman seguirá siendo mi villano favorito.
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