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Hay dos cosas que no las vi venir y que me tienen cautivado. Por un lado, que la familia de Joaquín Sánchez no era tan ideal como nos hacían ver en televisión y por otro, que sería Donald Trump, al grito de 'aquí mando yo', el que dejara a Sánchez contra las cuerdas.
Lo del exjugador del Betis lo vamos a dejar en que los hombres en infinidad de ocasiones no pensamos con la cabeza, y así nos va. Pero lo de Pedro Sánchez es un escenario que ningún analista había contemplado. Trump, que ha arrancado la ideología de las relaciones internacionales para convertirlas en negocio, ha dicho que aquí cada uno por su cuenta y que EEUU dejará de ser el primo de Zumosol (solo lo entenderán los que ya peinan canas). Europa se ve indefensa y es que en el caso de que a alguno de los zumbados que sobrevuelan el planeta le de por invadir el viejo continente (véase Putin), no tendríamos ni para un tirachinas. Europa dice que hay que elevar el gasto de defensa sea como sea, aunque haya que sacrificar chiringuitos de cursos de deconstrucción masculina.
Pedro Sánchez lo soluciona fácil. ¿Se acuerdan de cuando dijo que el Ministerio de Defensa era una «pérdida de dinero» y que «es un gasto que sobra a España»?, pues cambia de opinión y el que saque esto a relucir, como lo hago yo ahora, será acusado de fascista recalcitrante. Hasta ahí todo bien, pero veremos cómo reaccionan las siglas con las que el presidente del Gobierno tiene que convivir para seguir empadronado en La Moncloa. Podemos, Sumar, ERC y EH Bildu no son muy de seguir las directrices europeas y menos todavía si hay que gastarse parte del presupuesto en armas y en una guerra disuasoria para evitar que a algún perturbado se le ocurra merodear en nuestro jardín vestido de camuflaje y armado hasta los dientes.
ERC y EH Bildu a cambio de más concesiones en fronteras o ventajas autonómicas de algún tipo pueden mirar para otro lado y facilitar la 'militarización' presupuestaria, pero a Podemos y Sumar se les cae el puesto en el mercado del populismo. Los primeros huelen la sangre y quieren recuperar protagonismo. Ya empiezan a llamar a Pedro Sánchez 'el señor de la guerra'. Los de Yolanda Díaz tienen una tesitura de lo más curiosa. Por un lado, saben que si no van de la mano con el presidente y el Gobierno cae no volverán a oler poder en su vida, mientras que por el otro su ideario y principios son como agua y aceite con un aumento de gasto armamentístico.
Esto que está sucediendo es un manotazo a la tontería mundial del buenismo que se ha instalado en nuestras instituciones, sociedad y en las mentes de muchos. Que no, que, por desgracia, el mundo no es ese lugar de buen rollo en el que hay que poner flores dentro de los cañones de las ametralladoras. Ojalá no hubiera guerras, pero están ahí y cada vez más cerca de nuestras fronteras. A todos nos encantaría que el mundo fuera como esos barrios de antes en los que se podía dejar la puerta abierta de las casas ya que había unos códigos morales que impedían a la gente robar o asaltar hogares. De eso ya no queda nada y menos todavía en el mundo global. Además, en este debate del aumento del presupuesto en armas hay que tener muy en cuenta para evitar discursos vacíos que se trata de un plan disuasorio. Europa no quiere rearmarse para invadir o anexionar territorios, lo único que busca es disuadir a los que se les pase por la cabeza poner un pie en territorio europeo. Viene a ser como una cuota por contratar la alarma de casa. El planteamiento es el mismo. Ojalá no haya que utilizarla, pero si pasa algo que por lo menos estemos más seguros.
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