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En enero fue siempre el mes de la cuesta: se veía como una empinada cuesta después de que las familias dejasen sus dineros en los ... excesos de la Navidad. También una cuesta hacia lo ignorado, como sugería Octavio Paz: “Las puertas del año se abren, /como las del lenguaje, / hacia lo desconocido”. Este año, enero está siendo, además, el mes de la curva, no hay manera de rebajarla, de doblarla y aplanarla; está costando sangre, sudor y lágrimas coronar el pico de esta ola de contagios, a pesar de algún que otro dato positivo. Así que sí, tengo ganas de que enero termine, llegue febrero –que es más corto—y pasen los efectos de las Navidades, si como parece son los responsables de esta curva en cuesta. Un febrero sin fiestas, ni ganas y con aires de cabo de año. Acaba de ser el aniversario de la marcha de la gran pintora María Cecilia Martín, que ha coincidido con la de Mercedes Aurora Blanco, cuyos relatos merecerían una antología y siendo una escritora discreta. Los textos premiados y aquellos que se quedaron sin galardón, aunque muchos de ellos estuvieron muy cerca de conseguirlo. Eran relatos escritos con la pulcritud de una mano experta y seductores para cualquier lector. También para un jurado. Un alivio de luto para esta dolorosa época tan empinada y sinuosa.

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