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No hay día que no me desayune con una estadística que sitúa a nuestra atención sanitaria en tal nivel, la pérdida de poder adquisitivo en ... este y las pensiones en aquel. Son trazos que se dan para hacer un retrato del tiempo que vivimos, unas veces con brocha de pintor y otras con el delicado pincel de un artista al óleo. Hay quien se las cree y quien desconfía de ellas. Mark Twain decía que estaban las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Ahí queda. El caso es que vivimos bajo el imperio de la estadística sin que la Feria o las Fiestas que vienen nos alivien de su presión, igual que en octubre viviremos bajo la presión de otro imperio: el de la Guerra de las Galaxias (Star Wars). La estadística televisiva asegura que 1,8 millones de personas nos sentamos ante el televisor la otra noche para la reaparición de Pepa Flores, de niña Marisol, lo que no tuvo lugar. Nos quedamos sin verla y supimos de ella, de su nueva vida, por intermediarios. No se nos contó nada nuevo que no hayamos leído en los libros de José Aguilar, Miguel Losada y Luis García Gil dedicados al mito, o hubiésemos leído en revistas, así que fue una decepción. Pero la televisión es así. Aquí, en Salamanca, el que estuvo cerca de la niña fue Austregisilio Lorenzo, mayoral, que enseñó a la actriz en 1967 a simular conocimientos de tauromaquia para la película “Solos los dos”, que rodó con Palomo Linares. Pero esto ya es otra historia. Seguramente, la estadística asegure que un cien por cien de espectadores quedaron contrariados.

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