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SE nos olvida que el cambio empezó con la Ley para la Reforma Política, que dispuso que la soberanía reside en el pueblo (no en ... el Caudillo). Fue refrendada por más del 94% de ese pueblo. Y ayer se cumplieron 43 años desde que el Congreso aprobó la Constitución Española, la única históricamente de consenso. El 6 de diciembre siguiente, 92 de cada 100 españoles, la ratificaba. ¿Dónde está hoy todo ese inmenso caudal de concordia y de patriotas que querían ser ciudadanos libres y tener una Carta Magna propia de una democracia avanzada? Repito, el 94,17 % favorable a la ley reformadora, defendida machadianamente por Adolfo Suárez, concluyendo “ni el pasado ha muerto, ni está el mañana ni el ayer escrito”. A la Constitución dijo SI el 91,81%. Hay encuestas, para mí de ingrato resultado, sobre lo que arrojaría hoy un referéndum entre los que no habían nacido, como Ione Belarra, o eran menores, como Pedro Sánchez, que tenía 6 años. Entre ellos está la España manirrota, en la que cada generación se lleva por delante lo que hicieron sus mayores, aunque sea formidable; la que gusta de imponer sus propias normas arrasando el pasado; la que despecha lo mejor de lo que ha heredado; la que no respeta ni las “verdades madre” de Cánovas; la que ridiculiza el patriotismo, aunque sea constitucional. Es en fin, la España del despilfarro, que retorna a las dos Españas, y al intento de aniquilación del adversario. Y este viejo y nostálgico constituyente, que escribe frente a un madroño, próximo al amplio ventanal abierto a la dehesa, reflexiona sobre el futuro amargor o dulzura de las bayas que ya cuajan sus ramas.

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lagacetadesalamanca Esta pródiga España