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EntramosS en la recta final del año. Los pesebres de los nacimientos esperan vacíos la llegada de Dios y... ¿nosotros también le esperamos? o ¿esperamos ... a un Papá Noel bonachón cargado de regalos fruto de la cultura anglosajona? o ¿esperamos a un no sé qué, que nadie sabe?
Este ojo que observa, hoy nostálgico seguramente, se cuestiona cómo los cambios copernicanos que estamos sufriendo en todo, afectan directamente al concepto tradicional e histórico de estas fechas navideñas. Tanto es así que incluso las fiestas de algún colegio religioso, no todos por supuesto, han pasado en las tradicionales fiestas de Navidad de vestirse de pastores, lavanderas, reyes, virgen, ángeles, San José, el Niño, la mula o el buey y por supuesto cantar villancicos, a disfrazarse de elfos con escobas barriendo plásticos, mujeres vestidas de ejecutivas reivindicando la igualdad, renos, abetos, duendes o vaqueros del medio oeste y por supuesto sustituir, el tradicional villancico navideño, por cualquier sintonía sin ton ni son. ¡Vivir para ver!, diría mi madre.
No quiero parecer el abuelo porretas, pero creo que transformar la tradición del nacimiento de Dios, en la justificación de la visibilidad de los nuevos dioses como la lucha por el planeta, la igualdad de género, la paridad en la empresa o cualquier otra lucha, muy digna sin duda alguna y con las que yo personalmente estoy más que de acuerdo, pero que creo que nada tiene que ver con el espíritu de la Navidad. Mezclar churras con merinas, nunca ha dado buenos resultados y sobre todo queda fuera de sitio y de lugar. Imagínense como quedaría en una marcha reivindicativa por el planeta, los pastorcitos, los ángeles, San José, la Virgen... sería incomprensible, pues esto igual. Todos diríamos, con buen criterio, que está fuera de contexto.
No todo vale en post de adaptarse a los tiempos del siglo XXI y menos por parte de los que han de ser los garantes de esta tradición navideña, que los católicos llevamos a gala. No podemos adulterar una costumbre, la del pesebre, que tiene su origen en la Edad Media. La primera celebración navideña en la que se montó un belén para la conmemoración del nacimiento de Jesucristo tuvo lugar en la Nochebuena de 1223, cuando San Francisco de Asís decidió reproducir la tradición cristiana en una cueva próxima a la ermita de Greccio (Italia). Y ahora nosotros, como somos más papistas que el Papa, pues hacemos de la fiesta de la Navidad un fiesta de los derechos sociales. Esas reivindicaciones, tienen otros foros.
Pero bueno, qué quieren que les diga si estamos en una sociedad, sí la española, donde nuestros representantes con tal de tomar el turrón con pacto, son capaces de cambiar los villancicos navideños por bailar la sardana, cueste lo que cueste y si dicen que es Navidad... decir que llueve.
A pesar de todo este “ojo de mujer” pondrá al Niño Dios la noche del 24 y con la alegría inmensa de su venida, les desea una Feliz Navidad.
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