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Ayer acompañé a Maribel y a Catalina, chicas del 67, a vacunarse. Fue todo un acto de normalidad, de pensar “todo está bien”. Poco después, ... esperando desde las vallas -me sentía un espectador en una etapa de alta montaña del Tour de Francia- me llamó la atención una chica rubia con un precioso TAG-Heuer amarillo en su muñeca. Más normalidad. En un mundo chino y vulgar, un cronómetro suizo es una alegría para la vista y para la esperanza. Cierran las oficinas de los bancos y alguien lleva un reloj de los 90 que nos habla de Ayrton Senna, el hombre que amaba los segundos. Los domaba, vivía en ellos mientras fuera el mundo era lento y amable. Ya ven, hablo de normalidad, de velocidad, de caballeros, de las mujeres bandera del 67, y de canciones de Shirley Bassey, mientras James Bond, Alberto Estella y José Luis Garci me matan martini tras martini en el “Cock” de Madrid. Normalidad.

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