Secciones
Destacamos
ENTRE la inflación galopante, las crisis energéticas, la descomposición social, y por supuesto la invasión de Ucrania, apenas ha trascendido la aprobación del real decreto ... del currículo de la Educación Secundaria con el que el (des)Gobierno de Sánchez da un paso de gigante en su proyecto de liquidación del Estado; un giro de tuerca diría que ya definitivo por borrar todo rastro de la Transición y su espíritu, y con ello cualquier devaneo con la democracia y la libertad, dos conceptos que no puede digerir la izquierda por mucho que se vista de seda o se disfracen de “Nancys rubias”, como las vicepresidentas Yolanda Díaz, Nadia Calviño y Teresa Ribera.
Tenemos en ciernes la tormenta perfecta en forma de tal crisis económica que podemos acabar echando de menos la que se abrió en 2008 con el colapso de Lehman Brothers y el subsiguiente pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Pero hoy nos encontramos muchísimo peor, pues tres lustros después estamos agotados por la total erosión de las instituciones públicas, el COVID -todo un ensayo orweliano-, y un culto desmedido al ocio, a la tecnología prêt-à-porter y al individualismo.
Posiblemente nada de lo que estamos viviendo hubiera ocurrido si Occidente hubiera prestado más atención a la Educación, algo que en el caso de España ha sido especialmente sangrante por su obsesión por desprenderse de sus complejos y fantasmas a costa de condenar a las nuevas generaciones al analfabetismo funcional. Desde hace medio siglo no ha habido un ministro de Educación que no haya entrado en la sede del Ministerio como un elefante en una cristalería, tratando de hacer el mayor ruido posible. Desde Maravall, todos los titulares de Educación tendrían que haber acabado en la cárcel por destruir el futuro de la juventud española con sus caprichos, con sus torticeros programas, y con sus impresentables megalomanías por plantar sus apellidos en las leyes. Nadie cayó en la cuenta que la Educación y no la economía, estúpidos, es la base de todo. Y ahora, “Matemáticas inclusivas” y fin a la Filosofía. Qué asco de pensadores: Platón go home.
Y así seguimos, felices de arrasarlo todo: Hispania, los Reyes Católicos, la conquista (sí, conquista) y civilización (sí, civilización) de América; de arrasar con el estudio, con el esfuerzo y la superación. Zapatágoras, otro sociata que pasaba por allí, se salió con la suya: igualarnos por abajo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Juan Carlos García Regalado. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.