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Rocío es un nombre precioso, fresco, que lleva tu imaginación directamente a mujeres hermosas y simpáticas; es un nombre además que transmite confianza, de buenas ... personas, ¿verdad? Suena redondo. En mi agenda telefónica, que es como decir en mi vida, tengo cuatro Rocíos: Rocío Martín, Rocío Barriga, Rocío Martín-Cubas y Rocío Montero. Y me molesta sobremanera que un nombre tan vibrante y brillante esté prostituido por la hija de la grandísima Rocío Jurado, la tal Rociíto, de profesión buscavidas... a costa de los millones de incautos que, cada día, en sesiones de mañana, tarde y noche, se arrastran delante de sus televisores buscando un poco de afinidad con sus miserias y frustraciones. De otra manera no se explican estos fenómenos de auténtica casquería nacional programada por terroristas catódicos que van por la vida y por los restaurantes de lujo de ejecutivos de la televisión. Asesinos de las clases intelectuales más desfavorecidas (y ya no tan desfavorecidas) a las que funden sus mentes con toneladas de telebasura y “reinas-del-pueblo”. Hasta algo tan serio, en teoría, como el Gobierno de la nación, participa de estos asaltos a la inteligencia con Pedro Sánchez de gogó de Jorge Javier “Esperpento” Vázquez. Maggie Thatcher, sálvanos, please. Miedo me da pensar que la España cutre y verdulera sea genética. Celtiberia show en estado puro. Ya lo dijo Alaska el otro día en un periódico madrileño: “Lo que pasa hoy en España ya estaba en la trilogía de Berlanga”. Terrible: ¿en qué hemos avanzado?

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lagacetadesalamanca ¿Es España Rociíto?