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La del malagueño José de Salamanca es una de las biografías más apasionantes del siglo XIX. Un tipo que pudo ser fusilado por su cercanía ... a Torrijos y terminó siendo ministro de Hacienda, aprendiendo artes que más tarde hicieron de él un emprendedor y especulador de referencia, objeto de sablazos por los bohemios de su época y con asiento preferente en el mítico restaurante Lhardy. Suyo es el marquesado de Salamanca por gracia de Isabel II desde el 30 de septiembre de 1866 y también el Barrio de Salamanca, que ha incendiado esta semana las redes con su manifestación de “cayetanos” y ese vecino destroyer con palo de golf, que nos trajo el recuerdo de Jon Manteca, alias “Cojo Manteca”, y su muleta trituradora del mobiliario urbano en las manifestaciones estudiantiles de 1987, que aquí coincidieron con las que pedían que Salamanca no fuese un cementerio nuclear. Hoy serían para no ser simplemente un cementerio.

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