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El domingo me sorprendió que Joaquín Leguina titulara su columna como yo la víspera: Marroquinerías. La entradilla era la transcripción de lo que marroquinería significa ... para el Diccionario de la Real Academia: “Manufactura de artículos de piel...”. La cuestión es que el excelente columnista de LA GACETA no se refería después a tal concepto, aunque tratara de la crisis provocada por los marroquíes en la española Ceuta. Lizarra me advirtió, “eso va por usted, don Estella”. Supuse que, efectivamente, se trataba de una alusión a mi título y su aparente sinrazón. Ocurre que Leguina no advirtió la procedencia de la palabra que -dada su importancia-, es lo primero que siempre destaca el DRAE. “Marroquinería: de marroquín”. Consultado ese adjetivo, el diccionario dice escuetamente: “marroquí”. Y en esa voz señala: “1. Natural de Marruecos, país de África”; 2. Perteneciente o relativo a Marruecos o a los marroquíes; 3. Tafilete”. ¿Aclarado?

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