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Ayer, día del equinoccio primaveral, fue también el de la poesía en todo el mundo. Este año la conmemoración ha sido diferente, poéticamente triste y ... melancólica. A la exaltación de lo poético le ha faltado la visibilidad de otros años. Encuentros, celebraciones y recitales han discurrido por sendas virtuales, menos efectistas y vistosas. La culpa es del virus que vino de China y que no es, precisamente, el de la poesía, sino el de la angustia y la zozobra, las inquietudes y desazones, los sobresaltos y desasosiegos. Es el maldito virus que ha trastocado nuestra existencia, que ha modificado una buena parte de nuestra vidas y costumbres, que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta ante una emergencia y la responsabilidad de toda una civilización.

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lagacetadesalamanca El virus de la poesía