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Qué gran sorpresa le tenía reservada la senectud al señor Tamames. Nada que ver con los ‘todoincluido’ que disfrutan sus coetáneos en hoteles a medio ... gas con los viajes del Imserso. Esto ha sido una experiencia inmersiva de primer orden, en el Congreso y con una moción de censura, concepto que se está desinflando a costa del manoseo de algunos partidos.
Ha pasado de las sobremesas de chaleco de lana, habano y frasca de orujo con colegas como Sánchez Dragó a interrumpir al presidente Wonderfull Sánchez en mitad de su réplica; “es que sale con un tocho de 20 folios”, le espetaba el subcontratado de Vox ante la corrección de Batet, que medía los decibelios para respetar a los mayores. El ‘tocho’ Tamames. Suena a boxeador de barrio periférico más que a político-economista de reconocida trayectoria. Dicen que su desmesurado ego ha sido el que le ha llevado a prestarse a la astracanada orquestada por Abascal y los suyos. Puede ser, pero que le quiten lo bailao. Este es un epílogo insospechado para una larga historia vital.
Puede ser que su figura vacilante, su bastón y sus arrugas hayan contribuido a suavizar o camuflar la grosera maniobra de Vox para recuperar el foco político. En un año con dos citas electorales han tenido que jugar el comodín de la moción de censura para hacerse un hueco en el binomio entre gobierno-PP. Y todo con la aquiescencia del PSOE, desesperado por dejar atrás las insoportables consecuencias de la Ley del Sólo sí es sí, un error histórico al que se sigue aferrando, de forma incomprensible, el socio gubernamental. El único que tenía que perder en esta mano en el Congreso era Feijóo, que ha decidido borrarse para eliminar el contraplano de las televisiones ante el azote continuo de la bancada socialista. Creo que ha acertado el líder popular. Yo hubiera dejado un bolso en la silla que le tenían reservada como homenaje a otra moción de censura y a otro político gallego.
Pero ayer el protagonista era Tamames, que se quejaba, con razón, de las intervenciones eternas en el hemiciclo. Eso sí que lo tienen controlado los del Imserso, toda actividad tiene que ser breve para cumplir con las necesidades corporales, con una manta de cuadros a mano por si refresca o para echar una cabezada. Hubiera sido la imagen del año. El ‘tocho’ Tamames roncando a pierna suelta en el escaño, quizá soñando con un combate igualado, no con la pantomima en la que le ha embarcado Abascal para mayor gloria de su partido. Y del PSOE.
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