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La ley del ‘solo sí es sí’ nos está dando innumerables disgustos, que no parece que vayan a ser mínimamente reparables tras su recién aprobada ... reforma, que no votó Pedro Sánchez y que Irene Montero e Ione Belarra aseguraron que supone un pacto del PSOE con el Partido Popular contra “los derechos de la mujer” ¿De qué mujer? me pregunto yo. Desde luego lo que atenta contra esa niña con discapacidad intelectual a la que su padre violó durante cerca de veinte años y contra su madre, no es precisamente la reforma, sino que esa ley maldita haya obligado a rebajarle la pena de cárcel al padre y esposo en 14 meses. El tipo, que dijo haber mantenido relaciones sexuales con su hija, pero “nunca cuando era menor de edad”, al parecer sí la agredió sexualmente desde los 11 hasta los 30 años, aprovechando su discapacidad mental del 51 por ciento. El abogado del agresor sexual, aprovechando como tantos otros abogados de criminales sexuales los agujeros de esa ley chapucera y delirante, solicitó la revisión de la pena de su cliente a la Audiencia Provincial de Badajoz y consiguió que se la redujeran catorce meses. La barbaridad de un sumario escandaloso, en el que se demuestra cómo un padre comenzó a abusar de su hija a los once años, primero con besos y tocamientos y como continuó más tarde con violaciones completas, siempre aprovechando la ausencia de la madre del domicilio, se incrementa con la violencia física a la que sometía a la niña, a quien además amenazaba con causarle daños a su progenitora. El propio miedo y la inseguridad de la chica, comprensible solo con pensar que era su padre quien le infligía los daños, pero agravada por su discapacidad, retrasó pero no impidió que un día, ya con 30 años, la mujer no soportara más tan pesada carga y denunciara el horror sufrido durante tanto tiempo. El hecho de que el condenado haya visto reducida su pena en 14 meses, por obra y gracia de esa ley mal hecha, de la que sus autoras principales, pese a sus consecuencias, no solo no se lamentan de haberla puesto en circulación sino que parecen sentirse orgullosas, es un triste ejemplo más de la distancia de tantos políticos con la realidad. Políticos y políticas que echan la culpa a los que no son de su cuerda, que no se hacen responsables de sus actos y dejan desvalidos a los ciudadanos, mientras discuten en un Congreso que parece el teatro.
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