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Hemos enterrado nuestros muertos y

nuestros rencores”. Marcelino Camacho, 1977.

A los cuatro meses exactos de las primeras elecciones democráticas, el 15 octubre de 1977, ... los representantes del pueblo español – con contadas excepciones -, aprobábamos la Ley de Amnistía. Suponía la liberación de todos los condenados por el franquismo, y el olvido de graves desmanes de la dictadura. La defendió en la tribuna, con el hemiciclo conmovido – y bastantes lágrimas -, un hombre indomable, que había pasado por las cárceles franquistas la mitad de su existencia. Era secretario general de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho, recién salido de prisión por las medidas de gracia de Suárez. El nervio de su emocionada intervención fue: “Hemos enterrado nuestros muertos y nuestros rencores”. Era una decisión histórica, de enorme generosidad, que muchos votamos soñando la superación de las intolerables dos Españas. Y conscientes de que quedaban impunes unos 100 asesinatos de ETA – algunos amnistiados volvieron a matar -, y suponía la liberación de miembros del GRAPO, Terra Lliure y otras organizaciones terroristas. Voté entonces a favor, y hoy volvería a hacerlo, pero indignado y entristecido, porque regresa la machadiana sombra errante de Caín.

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lagacetadesalamanca El regreso de Caín