Secciones
Destacamos
T riste y sola se queda La Aldehuela sin preparativos feriales y sin Rastro este domingo. Parecía que el Rastro podía con todo, pero ya ... vemos que no es así. Lo pensamos porque desde el siglo pasado acude con fidelidad a la cita dominical; primero en la Plaza del Oeste, luego a la sombra de la Peña Celestina y ahora en La Aldehuela. También anduvo tiempo atrás por la Plaza de San Justo, pero eso fue otra historia. Tiene, pues, su Historia y sus historias, y uno, por edad, vecindad y visitas conoce algo de ellas, relatadas por unos y por otros, paseando entre los puestos, hurgando entre los libros y las antigüedades, imaginando vidas detrás de unos y otras. Y siempre hay sorpresas en los libros porque los herederos de hoy no quieren saber nada de los libros del abuelo, aunque estén dedicados por Unamuno, Carmen Martín Gaite o Fernando Lázaro Carreter, por ejemplo. Las antigüedades, sin embargo, llegan al Rastro muy purgadas en la antesala: se llama a tal o cual que esto le va, y esas “joyas” de herencias o cambios de decoración no pasan por el Rastro, que es, también, un mercado textil variado y un bazar de herramientas de segunda mano para hábiles.
La dichosa pandemia, con sus brotes y rebrotes, está escribiendo otra página de la Historia del Rastro o de la Estética del Rastro, ahora que publica nuestro Rafael López Borrego “Estética del viaje”, quizá de oportuna lectura en estos tiempos de confinamiento obligados y viajes necesarios, pese a los peligros. Tiempos que es posible que hayan inspirado a Toño Blázquez los versos de “Los tiempos se van solos”, que es su nuevo poemario. Hay rescoldos culturales que nos dan la vida a la espera de un otoño cultural lleno de incertidumbres y a lo peor de pantallas, otra vez, las pantallas. La estética del Rastro es para escribir un tratado: los carteles, la colocación del género, el modo de anunciarlo, el orden de los puestos, el rito del regateo, el paseo ordenado, el paso de los guardias, los papeles, las mascarillas de estos días, las ofertas por horas. También está el Rastro de verano y el de invierno. El masculino y femenino. La venta textil es cosa de ellas y el resto quizás de ellos. Se discute. En el Rastro todos se conocen –algunos estuvieron en el concierto de Amós Lora en el Patio Chico—y hasta los que llegan nuevos son conocidos. No vaya hoy, que no encontrará nada de esto. Sin Rastro ni preparativos feriales La Aldehuela es un descampado, metáfora del otoño al que vamos.
“España, puede” es el lema de la campaña de otoño, de la vuelta al “cole”. Mañana hablará de ello Pedro Sánchez, rodeado de la gran empresa. La empresa que esta semana negocia cuestiones como el teletrabajo y el futuro inmediato de los ertes. Será una semana para estar muy pendientes de los boletines oficiales, llenos de dudas, ayudas y subvenciones, y puestos de libre designación. Quedan ciento veintitrés días y, más o menos, los mismos boletines para acabar el año, y mañana es el santo de los Ramones, de los que acabamos de perder al ganadero Ramón Flores, el mes pasado, y antes al historiador dominico Ramón Hernández. Un saludo a Ramón García, hematólogo; Ramón Castro, feliz jubilado del sector del Seguro; Ramón Moríñigo, míster del Monterrey; Ramón Torregrosa, economista; Ramón Soria, escritor; Ramón Tormes, artista; Ramón Vicente, disc jockey; Ramón Hernández, distribuidor de Alimentación... A los Ramones del Rastro ya, si eso, les felicito personalmente porque son Juanra y Joserra y no sé si entran o no en la onomástica de San Ramón Nonato.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Santiago Juanes. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.