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Aunque oficialmente la campaña electoral no haya comenzado —lo hará el próximo viernes, 28 de enero— Castilla y León ya está en el candelero nacional ... y los cortejos políticos de todas las siglas están en un ‘de acá para allá’, recorriendo las provincias de la España vaciada.
El hecho de celebrar elecciones comunitarias fuera de unos comicios generales viene a sernos favorable, porque, al menos por una vez, se nos regala objetivo, noticia y audiencia. No es nuevo que al oeste siempre nos ha sobrado pobreza y sombra, y nos han faltado recursos y protagonismo. Como tampoco es nuevo que Salamanca ha sido, también siempre, parte de ese oeste mendicante, adonde estos días están llegando líderes y lideresas con la boca llena de retruécanos. O sea, eso de jugar con las palabras, repitiéndolas y dándoles la vuelta para que al final no sepamos lo que dicen. Y para entender de lo que estoy hablando, copio y pego el ejemplo que cita la RAE en el Diccionario de la lengua española, en el término ‘retruécano’, dentro de su segunda acepción: “Siempre se ha de sentir lo que se dice. Nunca se ha decir lo que se siente”. Y en estos retozos rimbombantes estamos. Así, hasta que el próximo 13 de febrero vayamos a votar y le demos la papeleta al que creamos que nos quiere más y, además, pensemos que nos despista menos.
Alfonso Fernández Mañueco encabeza las encuestas. Mi voto en unos días estará volando a su candidatura. Porque pesan más las razones para el sí, que los pretextos para el no. Al final todo tiene que ponerse en la balanza. Mayormente, cuando dentro del socialismo sanchista todo ha venido a ser mentira, traición y altísimo riesgo. Mayormente, cuando a Luis Tudanca no se le ocurrió idea más feliz que la de llegar a la capilla del Colegio Fonseca, de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los presidentes de gobierno más insuficientes, infames y tóxicos que ha tenido la historia de la democracia española. Hasta la sombra del arzobispo Fonseca debió de retorcerse sobre sí misma cuando el pasado sábado oyera hablar al ‘innombrable’. Así se refiere al ex presidente un amigo mío, de Valladolid para más señas, quien nunca perdonará a Zapatero el haber prendido la mecha para resucitar lo peor de las dos Españas. No se entiende que Tudanca haya cometido el error de invitar a semejante pirómano social a clausurar la Escuela de Gobierno socialista. Porque hay personajes que, vayan donde vayan, huelen a pocho y sueltan un tufo fatal. Como decimos los del campo, el que quiera vender ganado, no debe ir a la feria con lo más defectuoso que tiene en la cuadra.
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