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Marco Polo dictó su Libro de las maravillas del mundo estando preso en la cárcel de Génova. Cervantes escribió buena parte de su Quijote ... también en prisión. Ambos fueron víctimas de un poder que los aherrojó, pero que de forma indirecta contribuyó a la creación de obras inmortales. Marlowe, en la segunda mitad del siglo XVI, construyó el conjunto de su obra dramática en torno a tres de los poderes que siempre han obsesionado al hombre: el del conocimiento (Fausto), el del dinero (El judío de Malta), y el político (El Gran Tamerlán). En las tragedias de Shakespeare, el poder ha sido estudiado y analizado en miles de artículos y libros. Incluso uno de nuestros próceres, el exministro, expresidente del Congreso y licenciado por Salamanca, Federico Trillo-Figueroa, publicó El poder político en los dramas de Shakespeare, volumen que antes había sido su tesis doctoral (ni copiada ni plagiada en este caso, y no como en otros).

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lagacetadesalamanca El poder