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Todas las redes tienen lo suyo: mentira, violencia, extorsión... pero tal vez Tik-Tok,la preferida de los más jóvenes, sea la más peligrosa. En ... ella se repiten, a cientos, canciones, pasos de baile y, por supuesto, retos que lejos de suponer un juego, entrañan riesgos reales. El último ha sido el de zamparse un buen puñado de ansiolíticos (clonazepan)y permanecer el mayor tiempo posible despiertos. Y sobre todo lo han seguido niños de 11 y 12 años, en México. Desconozco cómo han conseguido los medicamentos, pero las consecuencias están ahí: pequeños vomitando, intoxicados... Poco me parece. Podría haber sido peor, como en otras ocasiones. Se me viene a la cabeza el horror de aquel tristemente famoso Blackout Challenge, que circuló en la red hace un par de años con la propuesta de que las personas se ahogaran hasta perder el conocimiento. Una niña italiana de diez años murió asfixiada mientras realizaba ese reto absurdo. La edad de iniciación en esta red es de entre 5 y 6 años; y desde esa edad hasta los 15, tanto niños como niñas dedican más de una hora diaria a subir historias y aceptar retos. Más allá de las supuestas acciones puntuales para conseguir likes (como esa bofetada de un hombre a su pareja de hace unos días, que parecía más que real y no producto de una estrategia para aumentar seguidores), los desafíos se multiplican en la red. Y cada vez son más extremos. No solo promueven la inapropiada ingesta de medicamentos o químicos, sino también las agresiones, los cortacircuitos o incluso los incendios. Hay videos que incitan a los niños a la anorexia, otros a la sexualización... y algunos hasta conducen a la muerte a través de esos retos imposibles. La cuestión no es baladí. Por eso los padres que permitan a sus hijos andar con móviles desde tan temprana edad tienen la obligación (no la opción) de revisar sus comportamientos en las mismas redes a las que los chicos no deberían acceder, hasta los 13 años de edad, como mínimo. Hay que tener en cuenta que en TikTok no hay una regulación del contenido y que se usan algoritmos que entregan contenidos que los niños pueden consumir, sin que nadie lo controle, pese a ser dañinos para ellos. Es muy difícil mantener a los críos al margen de la realidad de las redes, por eso, al menos hay que estar pendiente de sus actos.
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