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Rebañamos el hueso de 2019 al que le queda poca chicha, pero esa carne pegada al hueso es la más rica, según algunos. En esa ... chicha está la cosa del Gobierno, desafinada como una cuerda de borrachos en Nochevieja. Nada que ver con la armonía de Ars Nova, protagonista musical de esta tarde cerca del Museo Taurino, que comienza sus celebraciones de aniversario. Van 26 años. Al actual director, Luciano Sánchez, le precedieron Pepe Martín, Felicísimo Mesonero, Eusebio Cembellín y José Silguero. El Museo está dedicado a Primitivo Sánchez Laso, aficionado de los que ya no hay, con un tesoro fotográfico admirable y que, de vez en cuando, debe revolverse allí donde esté cuando escucha que la Fiesta languidece y el Museo debe estar en la Plaza de Toros o yo qué sé. Se está hablando otra vez y no lo entiendo, con lo bien que está donde se encuentra actualmente en esa calle del doctor Piñuela, que se llamó antes callejón de La Bola, por un mesón que hubo allí, se dice, y fue la primera sede de un asilo que con el tiempo se convirtió en residencia de ancianos, la de San Rafael, en honor de Rafael Pérez Piñuela. Bueno, que se me va la especie, aproveche estos días de aniversario para visitarlo, que lo son de puertas abiertas.
Con un incidente en los toros con Franco comenzó “Mi última noche con Sara”, que Guadalupe Lancho interpretó por fin en el Liceo en una noche memorable. Salía humo de las palmas y mucho cariño de los espectadores, entre los que estaba uno que sabe mucho de talento, José Antonio Sayagués, académico de las artes desde este año, que la tuvo de compañera de reparto en la televisión de amores para siempre. Había otra gente del teatro, como Maribel Iglesias, y mucha familia; la madre, que se llevó elogios y aplausos. Fue una noche mágica en la que el vendaval Lancho rivalizó con el de Fabien, que hacía oscilar la torre de San Juan de Sahagún que daba miedo. Una noche en la que supimos algo más de Sara Montiel, a cuya biografía hizo flaco favor la última parte de su vida. Toda la sala entró en trance cuando aparecieron imágenes de la española con lo mejor del Hollywood de la época demostrando que hubo vida antes de Penélope Cruz. En fin, Guadalupe, vuelve cuando quieras.
Actuar en Salamanca no es fácil. Lo saben desde Charo López a Helena Pimenta todos los que se dedican a ello; el ser de aquí siempre carga con un plus de responsabilidad, pero nos gusta tanto ver a los nuestros en casa y convertirlos en profetas en su tierra, que nos rendimos. Este año la cosecha de artistas locales que han pasado por aquí ha sido importante y ojalá siga siendo así y que sepan que no nos olvidamos de ellos. Tampoco se debieran olvidar los programadores culturales de los que están aquí y hacen teatro, música, cine...arte, que no paguen el pato como los situados en la picota de los quintos de Valdecarros en su “Horca”, que abre las tradiciones de final de año con el “Perrero” de estrella en Nava de Francia. Yo, al “Perrero”, le enviaba a Madrid a repartir zurriagazos para ver si espabilan los encargados de formar Gobierno, que nos van a dar los Ramos sin ello. Solo falta que este día de los Inocentes cierren el acuerdo y sería de risa eso del “pacto de los Inocentes”. Santos Inocentes.
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