El número 7 en la calle de La Estrella

De la excelencia de sus trabajos tenemos la muestra en las obras que han llegado a nuestros días: un confesionario de la Catedral, varios en la parroquia del Carmen, el púlpito de san Juan de Sahagún, la puerta de acceso al coro del convento de san Esteban, los reclinatorios en la capilla de los Dolores de Nuestra Señora de la Catedral Nueva, la puerta giratoria de la central de Correos y Telégrafos de la plaza de santa Eulalia, ¿la de la farmacia de Urbina en la Plaza Mayor?, el comercio de Gorvi-Radio en el Pozo Amarillo, el de calzados Demetrio en la calle de Quintana, la cervecería La Tropical en la calleja del doctor Piñuela, la zapatería Micó en la plaza del Corrillo, elegantes vitrinas para el Sanatorio de santa Teresa de don Paco Díez, comedores de estilo español para varios clientes o las estanterías del mismo estilo para el pintor Manuel Mucientes.

Destaca la obra ejecutada para los talleres de Péix, almacenista de maderas en la carreta de Ledesma, compuesta de 3 pendolones de tablón de 20 x 7, con 22 metros de luz en su ancho y alto pendolón central de 6 metros.

Ángel Andrés Martín se casa con Julia Santa Cecilia Rivas, hermana de Primitivo, socialista, alcalde interino en 1920 y activo concejal del Ayuntamiento salmantino durante muchísimos años. Viven en la calle de la Rúa 12 y tienen un hijo, Dimas, que se incorpora al taller muy joven habiendo recibido las enseñanzas de dibujo por parte del profesor del Instituto y pintor José Díez-Palma y los también pintores Laureano Martín Ramos y Manuel Mucientes García, iniciando los estudios de la carrera de Aparejador de Obras.

El día 22 de marzo de 1929 a las 12 de la mañana llega Ángel a su domicilio y habla del negocio en forma exaltada con su hijo Dimas, que en esos momentos se encuentra cumpliendo el servicio militar. Al ir a salir de la habitación el hijo, Ángel abre el cajón de la mesilla y coge una pistola. Forcejea Dimas con su padre intentando arrebatársela y no lo consigue, sonando un disparo y cayendo Ángel al suelo, muriendo en el acto como confirman los vecinos, que llegaron inmediatamente, alertados por el sonido del disparo.

Los médicos apreciaron en el cuerpo del infortunado una herida en la región fronto-parietal sin orifico de salida, mortal de necesidad y una herida contusa en la región frontal producida al caer al suelo. No dejó carta alguna por lo que no se conocieron los motivos de tan fatal decisión, aunque parece que desde algún tiempo atrás padecía algún desequilibrio mental, que se debió acentuar con la separación de su esposa el mes anterior.

Dimas Andrés, tras el trágico suceso que marcó su vida, deja el negocio que está a nombre de su madre, dirigido por él y ejerce como Aparejador de Obras desprendiéndose del local de la calle de la Estrella, quizá queriendo conjurar los demonios familiares, trascendiendo el alma de la luminosa madera a la oscuridad del carbón. Da el traspaso al señor Enrique, carbonero al menudeo, a quien ayuda su esposa, la señora Flora, excelentes y cariñosas personas a quienes recuerdo desde el año 1936, al estallar la guerra, cuando contaba 6 años, pues mi familia vivía justo enfrente en el número 8 desde 1931.