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Si alguna vez hemos necesitado que alguien encienda una linterna al final del túnel es ahora, porque se nos está haciendo larga esta pandemia, como ... debió ser eterna la uerra, que fue, ha dicho en estas páginas Encarnación García, más dura. Lo afirma desde sus cien años recién cumplidos, o sea, desde la experiencia, y la información diaria. En ambos casos hay una pérdida considerable de vidas y un destrozo patrimonial –también mental--extraordinario, si bien, creo que de la pandemia nos recuperaremos antes que nuestros abuelos, que tardaron décadas en alcanzar el final del túnel de la postguerra. Y cuidado con los túneles porque en ellos suelen vivir murciélagos, que, según los científicos, difunden virus con una alegría e inconsciencia extraordinaria. Túneles como los de la línea férrea de La Fregeneda, protagonistas de la novela de Luciano González Egido “Los túneles del paraíso”, a punto de estrenarse como nueva ruta turística, que tan bien conocen mi antiguo compañero de melés Miguel Lizana y su colega Luis Hernández Tabernero, investigadores de la Universidad de Salamanca. Siempre que se les preguntan afirman que somos una provincia privilegiada porque contamos con todas las variedades de murciélagos. Fetén. No sé si en estos momentos, con la mala prensa que tiene el mamífero volador, la afirmación es para lanzar cohetes porque en un juicio por la pandemia tendría el animalito todas las de perder. Cuando uno era chaval los atrapábamos de vez en cuando y después de amenazar a las chicas por todo el barrio con ellos les dábamos de fumar, así de bárbaros éramos: tengo que preguntarle a Lizana si aquello pudo producir alguna mutación que nos haya traído esta desgracia. La mordedura del murciélago es cosa seria porque hay casos de transmisión de rabia, y su orín perjudica las obras de arte, como nos explicaron Carmen Diego y Carmina Fernández cuando presentaron la restauración de varios cuadros de la Capilla de Santa Catalina en la Catedral. El farinato Diego Tadeo González, que da nombre a un instituto de Ciudad Rodrigo, localidad vapuleada por el covid y con medidas excepcionales, escribió una obra titulada “El murciélago alevoso”, como adelantándose a los tiempos actuales.

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lagacetadesalamanca El murciéago alevoso