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El ministerio de la verdad

Martes, 10 de noviembre 2020, 04:00

Ahora que el equipo de Iván Redondo ha dado a conocer su intención de poner en marcha un plan contra las conocidas como “fake news”, ... es imposible no recordar aquellas declaraciones de Pablo Iglesias en 2014, cuando dijo que :“Los medios de comunicación tienen que tener control público”(El País) . Más adelante, en 2017, el líder carismático de Unidas Podemos afirmó que “los medios de comunicación no son neutrales, que tienen intereses propios”. Y tenía parte de razón. Todos los medios tienen una línea editorial, que garantiza una forma de pensamiento que, de ninguna manera debe de coartar las opiniones libres de los profesionales y mucho menos de las opiniones que se vierten en ellos, pero que existe, es real y necesaria. Es la mirada del medio, que siempre tiene un punto de vista. Y hay puntos de vista diversos, porque reproducen la realidad de la propia sociedad y sus distintas voces. Iglesias siempre quiso que todas las miradas y voces fueran una sola: la suya. Y ahora que está en el Gobierno parece que está dispuesto a conseguirlo. Repasadas sus declaraciones, que los ciudadanos pensemos que ese plan contra las “fake news” corresponde a un orwelliano Ministerio de la verdad, es inevitable. Máxime cuando un periodista de tanta solvencia como independencia como Vicente Vallés –digan lo que digan los podemitas- lo demostró al arrebatarle la máscara a la ministra de Asuntos Exteriores Arantxa Laya. Laya, para explicar que esta iniciativa estaba lejos de la sospecha de que el Gobierno pudiera querer controlar a los medios de comunicación puso el siguiente ejemplo : “A los ciudadanos estadounidenses se les ha pedido, o sugerido, que beber lejía es bueno contra el COVID. Eso es desinformación”. Vallés, sin mover un músculo de su cara de niño bueno, respondió a tal afirmación: “Es decir, Moncloa ha creado un comité para que los ciudadanos no nos dejemos engañar por alguien que nos diga que la lejía cura el coronavirus” , La ironía del presentador no necesitaba más palabras. La ministra aplicó su verborrea a tratar de justificar que su plan solo se encaminaba a evitar injerencias de desinformación extranjeras... hasta que se le escapó la verdad: “

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