El mercado de valores
Miércoles, 11 de agosto 2021, 05:00
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Los valores andan revueltos. Hemos visto pocos ejemplos en las Olimpiadas, de “lo importante es participar”, atribuido al Barón de Coubertain (copiado de un obispo ... anglicano). En Tokio ha imperado lo del entrenador de fútbol Luis Aragonés, “ganar, ganar, y otra vez ganar”, aunque él lo tomó (omitiendo el “che” argentino) de Di Stéfano. Uno prefiere, como Kipling en su famoso poema “If”, tratar a la victoria y a la derrota como dos impostoras. Lo formula con sencillez Vicente del Bosque en su libro “Ganar y perder”, subtitulado “La fortaleza emocional”, en que expresa su filosofía vital y futbolística. ¿Cuáles son sus valores? Los eternos: “el esfuerzo y la humildad, claves del éxito en el deporte y en la vida”. Vaya, que no se trata de ganar por penalti injusto en el último minuto, ni dar patadas alevosas.
Lo de Messi invita también a reflexionar. Opino que el gran jugador ha saqueado al Barsa, hasta dejarlo exhausto, como deja un recaudador de contribuciones un limón tras exprimirlo. Y el Barsa se ha dejado esquilmar por Messi. Resumen: Leo ha venido cobrando por dar gloriosos puntapiés, más que todos los descubridores de las vacunas de la malaria, la viruela, la gripe y la Covid. Y los últimos presidentes del Barcelona han dejado el Club, irresponsablemente, en quiebra. Mientras tanto, la afición culé se enorgullecía de su vigoroso nacionalismo catalán, ser “más que un club”, no como el Real Club Deportivo Español, para charnegos, ni como el Real Madrid, para centralistas y monárquicos. Otra víctima del nacionalismo.
¿Y los valores educativos? El sanchismo quiere controlar la escuela y ha mostrado el currículo de las asignaturas de Primaria de la “Ley Celáa”. Pasen y vean lo que dice de una disciplina clásica: “la adquisición de destrezas emocionales...fomenta el bienestar del alumnado y el interés por la disciplina y la motivación por las matemáticas desde una perspectiva de género a la vez que desarrolla la resiliencia y una actitud proactiva...” Toma del frasco, Carrasco. Si lee este acertijo uno de mi pueblo, exclamará: ¡la gallina! Comprendo que no era adecuado sofaldar a las niñas, ni jugar con ellas a los médicos. Pero de eso a que ¡de cero a seis años!, “la intervención educativa debe favorecer el descubrimiento personal de la sexualidad...que debe ser rico en estímulos, provocador, emocionante...” va un trecho. De los “Valores cívicos y éticos”, mejor no hablar.
Un consejo: si quieren valores, compren eléctricas. Yo le compro a Del Bosque lo que debería cotizar al alza, el esfuerzo y la humildad.
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