El medio de Díaz Ayuso

McLuhan, un visionario de la comunicación, y Graham, una heroína de la información, eran mis referentes, los idolatraba como idea perfecta y asentada de lo que significaba la responsabilidad periodística. De aquí me atraía la revista “Cambio16” (y recuerdo ahora a uno de los “16” socios fundadores, el salmantino César Pontvianne), una brillante manera de hacer periodismo y opinión en busca de la nueva España que arrancó con la Transición.

De todo aquello, queda, me queda muy poco, y me siento aislado en un mundo hipersaturado de información, gran parte de ella prescindible y ruidosa. Mis mitos son los viejos mitos, de la misma manera que sigo soñando con Catherine Deneuve, que ahora toma “Tanqueray Sevilla” a falta de una copa de “Louis Roederer”.

Y con el recuerdo de la redacción de “Cambio16” haciendo España entre “la movida” y el “felipismo”, y el de Catherine Deneuve con una chaqueta roja, surge otra periodista del césped y del hormigón de la Complutense: Isabel Díaz Ayuso, que es más Graham que Deneuve y, sobre todo, caballo de Troya inesperado en la guerra contra el populismo asesino del “sanchismo”, Pablo Iglesias incluido.

Empiezo en McLuhan y termino en Ayuso, porque el medio es el mensaje. Y el medio es hoy la urna electoral; un medio para dar voz y alas a una Ayuso a la que, quizá sin quererlo, le haya tocado el papel, como a Graham con Richard Nixon, de acabar con nuestra peor pesadilla: Pedro Sánchez y su mariachi. Ni Robert Rodríguez lo hubiera descrito mejor. Y suena el mensaje: socialismo o libertad. Sí, libertad, no les dé vergüenza decirlo y menos reclamarla. Libertad.