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Venía con la idea de estar doblando el Cabo de Hornos e ir sintiendo el calor de las aguas del Pacífico dejando atrás las gélidas ... del Atlántico, pero fiel a la literatura, las aguas del Mar de Hoces esconden tantos peligros como los vientos que rolan inesperadamente dejando al velamen a merced de la fortuna o la experiencia. Se resiste el Cabo lanzando contra el barco cifras y porcentajes duras e inesperadas, pero ahí estamos y si no doblando, sí vamos entrando en ello, en las aguas de ese Mar de Hoces, que los ingleses bautizaron con el nombre de su Francis Drake del alma y el dinero, a pesar de que pasara por allí después que nuestro Francisco de Hoces, que fue el primero. En 1525. Con los instrumentos y navíos de entonces, pero, eso sí, con marineros que en cuanto bajaban a tierra se mareaban. La aventura del San Lesmes, el barco de Hoces, fue tan épica como la de nuestros sanitarios en los hospitales. Y también tuvo bajas. El enfrentamiento a cañonazos de galeones podría ser una metáfora de la lucha brutal en los hospitales, que tanto recuerda a las películas de piratas, género entonces de matinales de domingo en el cine España. Las matinales fueron esenciales, ahora que la palabra ha irrumpido en nuestras vidas de esta forma. Hoy son esenciales el celador del Clínico, la cajera del Carrefour, el reponedor del Día, el tendero de la esquina con su pequeño establecimiento, que logra tener de todo, el agricultor y el vaquero, el transportista, el que nos trae la compra a casa... ¿quién lo iba a decir hace dos meses? Pero la vida viene así. Usted hace planes, y ella va y hace lo que le da la gana. Va por libre.

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lagacetadesalamanca El Mar de Hoces