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Cuando de pequeños nos quitaban el balón, jugábamos a asociar palabras. Nos sentábamos en círculo y alguien decía una que podría ser madre, dinero, guerra, ... escuela, sexo, revolución o mandarina. Los demás debíamos contestar a toda velocidad lo primero que se nos pasara por la cabeza: leche, bicicleta, paz, mortadela, Juanita, Beatles, o Benidorm. Quedaba descalificado el que tardara en contestar más de tres segundos. Luego, nos maravillábamos con las sensateces o barbaridades que se nos habían ido ocurriendo. Solían ser muy divertidas aquellas que carecían de sentido, esas balas mal disparadas con las que se entretienen los psicólogos.

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lagacetadesalamanca El killer