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España ha llegado con Pedro Sánchez y su acuerdo con Podemos y con los independentistas catalanes al final de su sueño de democracia, convivencia y ... bienestar. España alcanza, con esta pandilla de forajidos descerebrados al frente, su propia distopía de miedo y desorden. La oscuridad ya está aquí.
El pasado 30 de diciembre leía un largo e interesante artículo en la edición internacional de “The New York Times”, cuyo título resume perfectamente nuestro presente más estremecedor, “el final de lo normal”. La articulista y premio Pulitzer Michiko Kakutani se refería a un final que se ha venido fraguando a lo largo de la pasada década, una “normalidad” que terminó por hacer añicos Donald Trump en un mundo cada vez más temeroso, más nacionalista, y más dependiente del flujo de opiniones de Internet. Adiós a la “normalidad” es una definición perfecta para describir nuestro actual estado de las cosas en el mundo en general -el “bueno”, el occidental, el democrático-, y en España en particular, con ración doble de colapso y de miedos, quizá ración mortal de fanatismo y de una izquierda ultra y totalitaria que ha dejado a las derechas sin voz, y a nosotros víctimas de lo que se avecina: la invasión de los resentidos.
Se veía venir desde antes de la crisis del 2007: los mediocres lo estaban infectando todo, estaban ocupando el poder político, el empresarial, el universitario, la burocracia; las instituciones estaban siendo asaltadas por una marabunta de ignorantes traumatizados por cualquier cosa... por no follar, por ser bajitos, por la crisis del Real Madrid ... Cualquier cosa de su pasar por la vida les servía, les sirve de excusa para cargar contra lo establecido, contra la sociedad, son burgueses de manual, pero votan a Podemos o a Pedro Sánchez porque son garantía de destrucción. Ni conmigo ni sin ti es la frase que tienen tatuada en el frontal del cerebro. Y así llegamos al Brexit, a Trump, y a esta ensalada española de irresponsables, nazis y terroristas al asalto de España, de su Historia, y de todo lo logrado en los últimos 40 años y que nos llevó a ser uno de los mejores lugares del mundo para vivir. Pero a estos mediocres -e incluso aprendices de mediocres- no les vale ni la Historia, ni la convivencia, ni el bienestar, les vale la revancha contra ellos mismos, y así veremos lo que ni imaginamos, ministerios para los amiguetes, amiguitas, y sobre todo para los muchos doctorados en odio a España y a la libertad... E insisto, odio a la democracia misma, no lo olviden. Sólo nos queda rezar y la esperanza de que siempre que ha llovido ha escampado.
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