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Exactamente así, ‘El confesionario’, es como se titula la fantástica fotografía que acaba de ganar el concurso “Garrido Arte en la Calle” organizado en mi ... barrio. Es un sugerente doble retrato de una mujer arrodillada a la que solo se le ven los tobillos desnudos confesándose ante un párroco del que apenas se le ve el hombro. Vemos, por tanto, cómo la autoridad eclesiástica parece estar recogiendo dentro de un viejo confesionario todos esos yerros, vicios y deslices de esa enigmática y tal vez arrepentida dama.
Una imagen tremendamente sugestiva e insinuante firmada por el fotógrafo Alberto Vicioso, cuyo apellido, prolongando el misterio en torno a la foto, no sabemos tampoco si es real o un simple seudónimo muy bien colocado.
Es maravilloso que los barrios, como antes lo hizo el Barrio del Oeste, despierten de su letargo y comiencen a alumbrar su cultura propia y es también saludable que lo hagan con imágenes tan sugerentes y sensuales como esta preciosa fotografía que ha estado durante las últimas semanas pegada en la luna de algún escaparate para que los vecinos la miren y se monten su propia película sobre lo que el cura y la dama podrían estar negociando en voz bajita y confidencial.
Yo de momento, ya me monté la mía. Ella le está susurrando que sintiéndolo mucho se ha visto obligada a tomar la iniciativa y confesarle al sacerdote que ha decidido dejar de ayudar dando clases de catequesis en la parroquia ya que sin querer y contra todo pronóstico acaba de enamorarse perdidamente de él y es más, ha decidido abandonar a su marido, por el que desde que lo ha conocido a él, ya no siente nada de nada.
Lo más interesante y excitante, es que al cura ella tampoco le resulta totalmente indiferente y más de una vez, al venir a saludarle sonriendo con esos preciosos ojos verdes que se gasta, había sentido una extraña alegría y un gozo muy alejados de lo espiritual, mezclado con cierta inquietud que comenzaba a resultarle dificil gestionar. Así que ahí está, en el confesionario, confuso y aturdido, en ese trance de no saber si mandarle rezar a la señora tres avemarías y un padrenuestro como penitencia o pasar de todo y besarla.
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