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Ya queda poco, dentro de una semana estaremos inmersos en la locura del Black Friday, es decir un día en el que bajan los precios ... para que disparemos las compras. Este fenómeno, que empezó solo con las compras que se hacían a través de internet, ya se ha difundido hasta la tienda más pequeña de barrio. Si no puedes con el enemigo, únete a él.
Nadie se extrañará de saber que la época donde más aumenta el consumo es en el período de las Navidades. Entre villancico y villancico, con los peces en el río, el camino que lleva a Belén y demás, vamos metiendo en el carrito de la compra (bien sea físico o virtual) regalos para los que nos rodean, comida que no consumimos a diario y bebidas (por botellas o copas). Y claro, de un tiempo a esta parte, conscientes de las subidas de precios que pegan estos productos pasada la primera quincena de septiembre (siempre he pensado que los comerciantes más que hablar de “hacer el agosto”, deberían hablar de “hacer el diciembre”) hemos decidido ser algo más previsores. Es por esto que tenemos rebajas antes y después de navidad. El antes sería este Black Friday, y el después las rebajas de enero, las de toda la vida, las que nos dan esas imágenes año tras año de gente apiñada en las puertas de los grandes almacenes esperando con ansia que abran.
Para mí la parte más positiva de todo esto, de la irrupción, o más bien del asentamiento del Black Friday, es la creación de puestos de trabajo, en concreto en Salamanca hablamos de 450. Vale que no son muchos, vale que son puestos efímeros, ya que es muy probable que pasada esta fecha no se vayan a mantener, pero algo es algo, y de cara a los gastos navideños puede suponer un alivio para estas 450 personas.
Nos apuntamos a todo lo que nos viene de fuera. Ya no solo al Black Friday, que oye si te permite ahorrar algo no está tan mal, pero también nos hemos sumado al carro de Halloween, Papá Noel se va comiendo a los Reyes Magos (pese a la incipiente barriga no literalmente) y los más pequeños piden más pizza o hamburguesas que un bocadillo de chorizo.
En fin, que felices compras y, mientras nosotros estaremos buscando las mejores ofertas, nuestros políticos seguirán ERE que ERE.
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