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No hace mucho tiempo me crucé con Albert Rivera de paseo por Salamanca. Iba por la Rúa Mayor, tranquilamente abrazado a una rubia y se ... paraba a mirar en el escaparate de la tienda de discos Long Play.
Como no soy el mejor fisonomista del mundo y uno suponía que los peces gordos de nuestra política siempre van rodeados de una tropa de guardaespaldas con gafas oscuras que te observan con desconfianza y de una pandilla de subalternos del partido locales que compiten por hacerle la pelota y servirle de guía, tuve que mirarlo tres veces para cerciorarme de que efectivamente aquel tipo era el flamante líder de Ciudadanos. Y sí, era él, puesto que no tiene hermano gemelo. Además, al día siguiente, en este periódico se contaba que había estado en Salamanca.
Lo que me sorprendió de Albert Rivera es que parecía enamoradísimo de la rubia a la que abrazaba con especial vehemencia. Como también me sorprendió que a los cuatro días, las revistas del corazón empezaron a largar que Rivera mantenía desde hace algún tiempo un idilio con la cantante Malú.
Aunque nunca me pareció un político con demasiada credibilidad, desde entonces, tengo la impresión de que cuando Albert Rivera se abraza con pasión y desesperación a una rubia, una idea o un partido, es porque desde hace algún tiempo viene planeando como podría darle la puntilla a esa rubia, esa idea o ese partido. Ya vieron cómo aquí mismo en Castilla y León, después de pedirle a Francisco Igea que se abrazase al PSOE gritando a los cuatro vientos que era absolutamente prioritario desalojar cuanto antes al PP del Gobierno después de tantos años de corrupción y desgobierno, al día siguiente de las elecciones le hizo desdecirse de todo y ofrecerse como padrino de su enlace con Mañueco.
Mucho me temo que este reciente giro al centro de Rivera flirteando con Pedro Sánchez, además de no poca desesperación y pánico ante el desastre que le auguran los sondeos, no oculte también ese típico abrazo a la rubia que tan bien define toda su trayectoria política y estemos en la antesala de lo que será su próxima y definitiva alianza. Solamente nos queda por saber si será con la extrema derecha o con la extrema izquierda.
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