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Nos ha gustado de siempre echarnos al monte. El de la Orbada está ahí, con su pasado trágico entre pinares. El de Gargabete lo tenemos ... al lado, camino de Alba, con sus encinas. Desde casa podemos ver los Montalvos, con su pirulí telefónico y el antiguo sanatorio antituberculoso dedicado a Martínez Anido, que era un Billy el Niño de la época, monte por el que correría a los franceses Julián Sánchez, El Charro. Los de Guijuelo tiene su monte de Tonda, que es monte hornacero e ibérico, los de Cabrerizos el suyo de los Caenes, de tradición motera (cabra es un término motero) y cabrera (la cabra siempre tira al monte), y los de Monterrubio de la Armuña tienen por propio el del Viso, por ejemplo. Quien más y quien menos, desde La Armuña hasta la muralla serrana de Béjar, tiene un monte cerca al que echarse. Pero el aislamiento no nos deja hacerlo, al menos no a todos, desde hace ya dos meses. La primavera echada a perder, como quien dice, y ya veremos el verano.

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lagacetadesalamanca Echarse al monte