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Antiguamente, entrando en la calle del Arco por la de Zamora se encontraban a su izquierda las de la Lanza, Bientocadas y la Estrella, que ... desembocaban en Peña Segunda (hoy José Jáuregui). En el año 1927 la del Arco se abrió a la altura de la de la Estrella, alargándose hasta Padilleros, previos largos expedientes para derruir el nº 17 de esta calle y nº 2 de la de la Estrella.
Se dio la curiosa circunstancia de que en la calle del Arco existieron dos elegantes mansiones que albergaron en su interior sendos patios andaluces, construidos con todo esmero por sus propietarios. Así no faltaban en las dos amplias casonas las galerías porticadas cubiertas de yedra, los arriates, el azulejado pozo, la fuente con surtidores, los zócalos y asientos de azulejos vidriados y los tiestos y macetas.
El primero se ubicaba en el número 4, tras una enorme portada de recia madera con pequeño portillo de acceso y fue obra del célebre arquitecto don Joaquín de Vargas Aguirre, quien quiso que la vivienda le recordase su origen andaluz, pues había nacido el 28 de setiembre de 1857 en Jerez de la Frontera, donde pasó la infancia y juventud. A Salamanca llegó con 33 años y tal fue su enamoramiento de la ciudad que en ella ejerció durante 42 años. Contrajo matrimonio con la hija del ganadero de Terrones, Ildefonso Sánchez Tabernero, y de su esposa, Carlota Sánchez, la señorita Juana, con la que tuvo 11 hijos. Fue arquitecto de la Diputación Provincial, arquitecto diocesano de Salamanca y Ciudad Rodrigo y director de las obras de la Basílica de santa Teresa en Alba.
Proyectó el Mercado Central de Abastos, la Casa Lis, la iglesia de san Juan de Sahagún conjuntamente con Repullés, las casas de la plaza del Mercado entre el Pozo Amarillo y San Julián, el palacio del marqués de Llén en su finca, varias restauraciones de las Catedrales, la reforma de la iglesia de los Carmelitas en la calle de Zamora, la restauración de la capilla de Anaya o la adaptación de la iglesia y el edificio para Asilo del legado de la finca de La Vega, hecho por la generosidad de don Vicente Rodríguez Fabrés.
Don Íñigo Maldonado empezó ejerciendo como farmacéutico en el Instituto Biológico Fénix y luego montó como director propietario los Laboratorios Victoria en una amplia finca con entrada por la calle de Sol Oriente a través de una gran puerta con verja de hierro que daba paso a un bello jardín y al fondo se levantaba la vivienda acondicionada al estilo de patio andaluz.
Cuando se amplió la calle del Arco don Íñigo Maldonado tuvo que construir una nueva fachada a su vivienda, correspondiéndole el número 14.
Con un capital de 2.010.000 pesetas, en acciones de 500, creó en 1933 el Instituto de Higiene Victoria, trasladándose frente a la Plaza de Toros, en la carretera de Valladolid a unas modernas instalaciones proyectadas por el arquitecto Eduardo Lozano Lardet y con la cooperación económica de la banca Matías Blanco Cobaleda.
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